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Se diría que en aquella terraza tan distante de la gran ciudad, por la que discurría un manantial, se celebraba un espectáculo cual sueño de una civilización. El fénix la sobrevolaba, batiendo sus poderosas alas, dejando invisibles estelas por encima de templos y chozas. Ningún campesino ni pastor habría soñado con tal visión en el azur del inmenso cielo. Sólo un poeta amigo de Baco, bebedor de purpúreos vinos, extraídos de generoso arroz, pudo registrar semejante esplendor con su adormecida pluma. Y exhortó: "Tabernero: un poema por una jarra de vino.". Y he aquí que el tabernero, sintiendo que en el fondo de su abigarrada alma aleteaba tan majestuosa ave, intercambió jarra por poema. Y finalmente expresó: "Esa gaya ave toca tan alegremente mi ya agitada conciencia que...". El fénix dejó su canto en la montaña, con su encanto atrajo las miradas de los curiosos montañeses, y quién sabe si su aparición fue el signo que trocó el abandono por un impulso de rejuvenecimiento. Juan-José Reyes Ríos Extracto del poemario “Fábula y poesía”. Web: http://www.galeon.com/jjreyesrios |
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