PEZ Y CARACOLA

Abrázame y desata en mí
el trozo que escondo a la mañana,
a las miradas distantes,
a esas mentes que semejan puñaladas.

Libera mi parte vulnerable,
que me une en la distancia
con el olor a membrillo,
a vainilla y anís
de mi perdida infancia.

Besos como aleteos
de tórtolas amorosas,
deseo que deposites
sobre mi cuello,
tras de mi oreja,
y que tus manos
tapen mis ojos
para que el rayo de luz
que al día anuncia,
no me despierte
de esta Arcadia vivida
que es tenerte
contra mi piel, tendida.

Retenme,
que ninguno de mis poros
escape a tu seducción tejida
con artimañas
de bruja apasionada y sabia,
que inyectas en mis entrañas
en esta medianoche
para recordar más tarde
en la soledad de la oficina.

Voz de terciopelo
quiero que uses,
tarareando tu canción preferida,
mientras me revuelves
el cabello de la coronilla.

Amar tu ser
con todo lo que siento,
con lo que alcanzar no puedo;
ser un pez
que nade en tu corriente;
por mis branquias aspirar
tu perfume
que sin sentido me deje;
atracar
en tu playa de nácar,
ser caracola que albergue
el reflejo de tu mirar transparente
como joya incalculable
que tenga su altar
en museo ilustre.