| El mono pardo, el de ojo ojerizo y dedo prensil, subía la cuesta tirando de mí.Yo le decía: ¡déjame aquí!Leyendas de hojas y de lunas blancas le llamaban arriba.Abajo se oía: ¡el de dedo prensil y ojo ojerizo!El eco...El eco decía: ¡el hijo prodigo! ¡el mismo! ¡el que ha de llegar!El eco... El eco moría... El eco decía...El mono callaba y subía.
Dicen... Produce y haceDicen... Sube y correDicen... Ama y rezaDicen... Ven y rompeDicen... Llora y tendrásDicen... Yo no lo hice¿Quiénes serán?
Industrial comercial alimento que nos dais... y el manjar celestial del que vosotros habláis.¡Yo me desespero!Estoy sentado en el suelo con los ojos mirando al cielo y escucho la conseja en el aire, del que habla y que no es nadie, pero que llama y dice y repite:¡No te preocupe el pan, ni la enfermedad, ni el desquite, que todo lo que te quiten, ya te lo devolverán!No quiero tu regalo, ¡vete! que luego he de arreglar con la gente la machacona diferencia existente entre lo que proclamas tan doliente y la negra realidad de tu cliente.Es una sopa de letras que se repite en la tierra y en cielo como los muñecos parlantes que no saben lo que dicen.Con mis manos, con mi vientre, mientras tenga tiempo para el envite y nadie sea el que me quite los años que aún me quedan de respirar:¡Te lo ordeno! ¡Te lo digo! ¡Vete... A mí, a mí, los Reyes, los Magos Reyes de Oriente, me trajeron, me regalaron hace cien años, mil de mil años ya hace, una corneta sonora.Era una corneta seca, vieja, de sonido seco, viejo, que habla, dice, gime y sólo es ella la que habla, por ser una sonora y única voz entre cuadrados de estrellas.La corneta que oigo sonar cada día... Corneta que nada dice. Corneta que suena y suena. Corneta que no es mala y ni siquiera es buena.Toca en el desierto de la indiferencia, en la negra sombra de la apatía, quiere ser clarín un día, para caer pronto en el placer de la inercia.Está hecha de oro, incienso y mirra.Oro convertido en riqueza, incienso es su apariencia, y cuando se despereza el aroma de lo imposible escapa de su propia esencia.Quiere distribuir conciencia en lugares desiguales y clama su impaciencia con ... Y no veo más allá que la huella de la rueda con el sonido ciego de un lejano tambor de luz que brilla apagada, una naranja que se hace cuadrada...El mar negro... El pez seco... El bar oscuro y terco... Miro al cielo y se me queda vacía la cuenca del ojo... Se me acerca el porquero y me deja el único olor de la flor sin flor en flor... El hedor...No voy camino de nadie y el reloj del paraíso no sonó, ni la tienda en los oasis con hurí, ni el amor en piernas de nadie conseguí, ni la lejana esposa india me acogió.Me pierdo lentamente... ¿Dónde están mis recuerdos? ¿Qué hago yo sin labor en lazo negro de crespón? ¿Me voy...?Se van ellos... Hay uno, sólo veo uno, sólo ha quedado uno.¡No es mi cuerpo, no es mi esperanza, no es mi hálito, ni mi vergüenza, no es mi llegada ni mi venida, sólo es el murmullo de un planeta... Mercancías para soñar son las que tú portas en el ancho fondo de tu equilibrio roto.¿Arriba o abajo? ¿Delante o detrás?
Es lo contrario de ¡Estoy muerto! ¡Cien centellas todas bellas a la vez! Y un rugido sonoro y grande y en el campo, hierba, árbol y césped. Y un ruido y pulso y sangre y hueso y cera y un margen y un rico sentido. ¿Quién habla? Que en mi oído retumba el color rojo verde gris y amarillo de un trueno seco y henchido repleto de amor. Lleno está de pájaro el nido y el brillo. ¡Estoy vivo! Yo lo sé y el círculo, y el arco, y el recto camino al iris del mar y el vino, y el bien y el circo y el asco y el tren, tomo más vino y vivo otro mes. ¡Estoy vivo! Y palpo y toco loco el poco vestido corto de la boba necia que lo lleva quieto porque no sabe que lo lleva puesto. Y grito un alarido en casa, en la calle, en cierto ilusionado valle; y en sólo ese valle de eco rico: ¡yo vivo ciego y loco! El instante, la hora y el aire ... Tiran y empujan los caballos... Un caballo, dos caballos, cuatro caballos tiran de mi arca al cielo, si quieres, para a mi caballo, dos caballos cuatro caballos ¡que empujan al amor! Si quieres que esté a tu lado, mujer, busca el modo, mujer, de parar el caballo, dos caballos, cuatro caballos ¡de mi ansia infinita de correr! El reloj del campanario llora y mis ojos lloran al ver que me voy en nave de hierro al cielo. Dos caballos, cuatro caballos nos separan, y mi amor te busca desde ayer. Llora y gime el reloj. Un caballo, dos caballos, cuatro caballos y un amor. Alguien tendrá que empezar a ver las cosas de otra manera. ¡Han abierto los cristales de las urnas sin cendales los dadores de postales y los ungidos en los murales! ¡Han ocultado los telones los magníficos ladrones! ¡Han surgido de la nada los bichos de la camada! ¡Han votado divertidos los que estaban y los elegidos! ¡Han mentido y prometido y han cobrado lo que han querido! ¡Se lo han repartido! Lleva el pueblo con gemido su vana esperanza y ríe al verse así representado. ¿Quién le ha preparado a él, pueblo, una encuesta falsa de papel? ¿Quién le ha dicho a quién votaba, pueblo, cuando como masa dócil se plegaba? ¿Dónde está la seriedad, dónde la honestidad, dónde el bienestar, dónde la verdad? ¿Dónde la realidad? ¿Dónde el pan nuevo de cada día? ¿Dónde la alegría y dónde la felicidad? Si son símbolo de unas Corte... Son de ida y, luego, más tarde, de vuelta El expreso: beso queso preso, civil el guardia y el cestón. La estación: emoción acción tensión, rojo el caso y el adiós. El horario: vario extraordinario binario, plata el pito y el sonar. El viajero: maletero altanero cordero, penoso al llegar y al volver. Los vagones: tragones comodones presiones, roto el muelle y el correr. Humano, ¡cómo disfrutas! Viajas. Ves mundo. Andas. ¡Me gustas! | | |