Poetisa uruguaya (1895-1979) Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa. Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?...
Poetisa uruguaya (1895-1979) Porque es áspera y fea, porque todas sus ramas son grises, yo le tengo piedad a la higuera. En mi quinta hay cien árboles bellos, ciruelos redondos, limoneros rectos y naranjos de brotes lustrosos. En las primaveras, todos ellos se cubren de flores en torno a la higuera. Y la pobre parece tan triste con sus gajos torcidos que nunca de apretados capullos se viste... Por eso, cada vez que yo paso a su lado, digo, procurando hacer dulce y alegre mi acento: «Es la higuera el más bello de los árboles todos del huerto». Si ella escucha, si comprende el idioma en que hablo, ¡qué dulzura tan honda hará nido en su alma sensible de árbol! Y tal vez, a la noche, cuando el viento abanique su copa, embriagada de gozo le cuente: ¡Hoy a mí me dijeron hermosa!...
Lo quiero con la sangre, con el hueso, con el ojo que mira y el aliento, con la frente que inclina el pensamiento, con este corazón caliente y preso, y con el sueño fatalmente obseso de este amor que me copa el sentimiento, desde la breve risa hasta el lamento, desde la herida bruja hasta su beso. Mi vida es de tu vida tributaria, ya te parezca tumulto, o solitaria, como una sola flor desesperada. Depende de él como del leño duro la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro, que solo en él respira levantada.
Me he ceñido toda con un manto negro. Estoy toda pálida, la mirada extática. Y en los ojos tengo partida una estrella. ¡Dos triángulos rojos en mi faz hierática! Ya ves que no luzco siquiera una joya, ni un lazo rosado, ni un ramo de dalias. Y hasta me he quitado las hebillas ricas de las correhuelas de mis dos sandalias. Mas soy esta noche, sin oros ni sedas, esbelta y morena como un lirio vivo. Y estoy toda ungida de esencias de nardos, y soy toda suave bajo el manto esquivo. Y en mi boca pálida florece ya el trémulo clavel de mi beso que aguarda tu boca. Y a mis manos largas se enrosca el deseo como una invisible serpentina loca. ¡Descíñeme, amante! ¡Descíñeme, amante! Bajo tu mirada surgiré como una estatua vibrante sobre un plinto negro hasta el que se arrastra, como un can, la luna....
¡Oh, lengua de los cantares! ¡Oh, lengua del romancero! Te habló Teresa la mística. Te habló el hombre que yo quiero. En ti he arrullado a mi hijo E hice mis cartas de novia. Y en ti canta el pueblo mío El amor, la fé, el hastío El desengaño que agobia. La lengua en que reza mi madre Y en la que dije: ¡Te quiero! Una noche americana Millonaria de luceros. La más rica, la más bella La altanera, la bizarra, La que acompaña mejor Las quejas de la guitarra. ¡La que amó el manco glorioso Y amó Mariano de Larra! Lengua castellana mía, Lengua de miel en el canto, De viento recio en la ofensa, De brisa suave en el llanto. La de los gritos de guerra Más osados y más grandes. ¡La que es cantar en España Y vidalita en los Andes! ¡Lengua de toda mi raza, Habla de plata y cristal, Ardiente como una llama, Viva cual un manantial!...
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