¡ Escúcha, hermano!
Ya no quiero llanto,
luto ni dolor;
ya no quiero hambre,
robos y traición;
ya no quiero insultos,
tentasiones y gritos,
ya no quiero guerras;
sólo pido amor.
tu que habitas en el llano,
en las montañas,
en el desierto;
tú que vives en la nieve
o a la orilla del mar;
tú que te cobijas
bajo el mismo sol que yo
--si por tus venas
corre sangre roja,
si sientes latir tu corazon--
escucha mi canto:
¡ Tu eres mi hermano!
ya no quiero llanto,
luto ni dolor;
ya no quiero hambre,
robos y traición;
ya no quiero insultos,
tensiones y gritos.
ya no quiero guerras;
sólo pido amor.
quiero, al darte mi mano,
recibir la tuya
sin mentiras ni engaño.
quiero no mas armas destruc...
corazón de punta a punta,
de punta a punta te amo;
corazón de extremo a extremo,
de extremo a extremo te extraño.
corazón que en tu latir constante
repites su nombre sin cesar,
detén tu latido un instante,
evita el ritmo taladrante
y deja mi alma descansar.
borra incluso
de las celdas de memoria
su imagen tan amada,
pero no del todo
para que queden
por siempre ahí grabados
sus ojos,
sus labios
y su dulce voz.
sí, de punta a punta te amo;
sí, de extremo a extremo te extraño;
y quisiera regrabar tu rostro,
tu bello rostro que besar deseo
a cada instante,
y ser tu tierno
o loco amante
que ávido de ti
recorre tu cuerpo con los labios,
las manos y mi piel.
por que eres
de punta a...
Vuelan las gaviotas en el cielo; el mar en calma me trae suave brisa que acaricia mi cuerpo y reconforta el espíritu. Te observo allá en la playa lucir tu estética figura mientras el cigarro se consume entre mis dedos. Tú sonríes y conversas con amigos pero aún ignoras mi presencia; y de pronto el saludo viene, y aunque distantes trato de oculta mi anhelo, mi deseo de ti. En el mar las gaviotas disfrutan de un festín; pero yo estoy solo aquí, y tú, ¡manjar querido! descansas en la arena muy lejos de mí.
No buscaré el consuelo en otros brazos tan sólo porque no estás conmigo. No buscaré los labios que puedan darme las caricias que ahora me hacen falta. No buscaré quien ocupe el lugar vacío que en el lecho has dejado; porque te llevo en el alma con cada gesto de tu rostro, con cada movimiento de tu cuerpo, con sonrisas, mirada y caricias que, aunque ausente, siguen grabadas en mi mente. Te amo, y eso me basta para ser feliz, para esperar paciente tu retorno, para borrar de mi entorno todo aquello que me olvide de ti.
Hoy me dijeron que aún me quieres, que te afliges y lloras pensando en mi, pero tu orgullo insulso y sin dominio hace que suframos más así. Por eso vengo a la orilla del río donde te vi por vez primera para recordar tu cuerpo desnudo, tu nada cadencioso y grácil, tu cabello largo y sedoso, las colinas tersas de tu espalda que se unen emulando el cauce de río imaginario de besos desbordados hacia el remanso de tu blando talle. Y así, en éste campo desierto pienso con frecuencia en ti, pienso que no estás lejos, que estás muy cerca de mí.
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