Sola, cansada, sedienta, ¿estaré perdida? se quiebran mis huellas en los caminos, y no es porque esté desorientada, he dejado atrás, mucho de mí, todo, absolutamente todo, y lo he hecho de tanto luchar, pero…; tal vez algo haya quedado, un diminuto céntimo, pequeño, delgado y angosto como un ínfimo guijarro, y en ese preciso instante, yo sonrío, sonrío con tristeza para mis adentros, estoy equivocada; el pacto se quebró, ¡Y nada me ha quedado! ¡Nada!
Y esta declaración, puede que sea la referencia, en teoría, me he despertado atrapada, ...
Que podria decirte
desde el olvido de este recuerdo
donde abandoné la niñez, con tus arrullos
abrazos y mimos
besicos, silencios, acariciando mi cabello con amor
de madre, orgullosa, altiva, echa a susurros
donde todo cabía para mi mente nueva y maleable
que decirte ......¿Sabré acaso escribirte?
Herida estas por el Hades en el tiempo
pero ese amor incansable
abstracto y duro, avaricioso y egoista
me hizo el mirar dulce, tranquilo, amable
ese mirar en que muestro a mi gente tu paz altruista
tu herencia admirable........
¡¡Tu amor de madre!!
Madre: ¿Sabes algo?, a veces no te encuentro por más que te busco, y es cuando me doy cuenta que no estás, pero en otras ocasiones te encuentro sin buscar. Te hallo entre mis libros, en mis notas, y hasta en mis poemas, te llama mi puño tras cada letra, y como un susurro escucho al viento con una suavidad semejante a tu voz decirme: “Todo esto es tuyo, Dios te lo ha dado; esta tierra, el mismo viento y hasta el sol nos pertenece, y oigo que el aire dice con tu sutileza jactancia: “Mi garabatico” y la brisa me abraza con tus brazos. De noche al ver la luna siento que tú me observas y hechas una bendición por cada estrella, mientras que tus labios me besan, con una sonrisa enamorada en la luna llena. Madre: ¿Sabes ...
A TERESA (mi madre) Y cantó el poeta:
“Teresa en cuya frente un río empieza”
Balancea la silla mecedora al compás de las horas ya vencidas que danzan sobre historias repetidas.
Clic clac se balancea en su inmensa soledad recogiendo los recuerdos y vivencias, de los hijos que ausentes ya no vuelven al abrazo de una madre que no espera.
Ya no mira del cielo sus luceros que iluminaron dulces canciones y nocturnos, que a su oído le cantó el esposo quien se adelantó y la espera allá en el cielo.
Clic clac se balancea y así pasa sus días envueltos en remembranzas ya marchitas ...
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