El alma, sedienta de dicha…

Tengo miedo de que la negrura
oculte el brillo de tu rostro,
que amenazadora selva oscura
troque tu dulce semblante en hosco.
Veloz corre el carro de la vida
entre tribulaciones que son sordas;
terribles son las hórridas heridas
que dejan suspensa la memoria.
El alma está sedienta de dicha,
de luminarias que impidan la congoja;
acá se ha perdido la larga vista,
ya todo se siente cual pesada losa.
Sólo el templo del Amor
permanece altivo, sereno,
como gran ojo del Creador
derrochando inagotable consuelo.
Ayer te dije: “Te quiero”.
No fueron palabras viajando en el viento;
son clara luz de un amador sincero,
que dejó tras sí huellas y lamentos.

Juan-José Reyes Ríos
Extracto del poemario “Fábula y poesía”.
Web: http://www.galeon.com/jjreyesrios