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Jueves - 28.Marzo.2024

Estás en: Poetas noveles

EL LAMENTO DE UNA PRINCESA I

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Enviado (12/11/2010)Enviado porJose Ramon Muñiz Alvarez-

José Ramón Muñiz Álvarez

“LOS DELIRIOS DEL AMOR” O “EL LAMENTO

DE LA PRINCESA”




Juguete cómico-lírico en un cuadro único.



ESTAMPA ÚNICA:



Interior del castillo de la princesa, a la que encontramos sola, sentada al lado del fuego, donde crepitan las llamas entre la leña, en un butacón señorial de decoración sobria. La piedra rosada del interior queda desnuda y pueden verse claramente los sillares y el sillarejo. Tras la ventana, cerrada, se ven los montes nevados y se escucha el gemido del viento, dando golpes en el ventanal. La princesa viste blancos vestidos, riquísimos, según el gusto de la moda del siglo XV. Frente a la chimenea, una puerta practicable.



ESCENA PRIMERA:



PRINCESA: Por los males del amor

Una mujer desdichada

Se siente desconsolada


Y dejada del favor.



Pausa. La princesa exhala un hondo suspiro.



Sí que es raro ese licor


Agridulce aunque sabroso,

Quién sabe si venenoso

Que se sirve, traicionero,


Como apetito ligero

O refrigerio gozoso.



Breve pausa.



Llora un alma de mujer

Por lo que le niega el niño

Que quiebra el traje de armiño

Con su flecha y su poder.


Pero no puede doler

Esa flecha desgraciada,

Sino sólo la punzada

Que, llegada al corazón,

Arrebata la pasión

De la dama enamorada…

Quién pudiera consolar

Esta tan honda tristeza

Y sentir como certeza

El privilegio de amar. 


De pronto se levanta y se dirige hacia el fuego. 




Pero todo ello es soñar,

Que no es fiel ni amigo regio,

El amor que en privilegio

Quiere volver a trocarse,

Quizás para contentarse

Como raro florilegio. 




Atizando el fuego.



Quiere al duque el alma mía

Con todo su frenesí,

Porque, desde que lo vi,

Toda yo soy osadía.

Nada ya mi pecho enfría

Ni acalora mis amores,

Que, en este jardín sin flores,

Vivo penando tristeza,

Pena, desidia, pereza,

Indiferencia y dolores.



Volviendo a sentarse en el butacón.



Y, con llegar la alborada,

Que del sueño me despierta,

Miro la ventana abierta

Y no es bella la nevada,

Ni lo es la tierra escarchada

Donde cuajan los granizos

Y el hielo, cuyos hechizos

Hieren con fuego mi pecho

Con el coraje y despecho

De los vientos invernizos.

 

Arrellanándose en el asiento. 




Y es que, en este apartamiento

Privado de todo amor,

Es insufrible el calor

Del hielo, el aire y el viento,

Pues soportar el tormento

De la ingrata indiferencia

Colma toda la paciencia

Y derrota al más plantado,

Que el amor me ha envenenado

Con su falta de indulgencia.




Breve pausa.




Qué dichosos los villanos

Que no sienten el dolor

De los desdenes de amor

De los regios soberanos

Que, aunque, como son humanos,


No les falta el buen querer,

Adoran a la mujer,

Sin sentir estas pasiones,

Porque nobles corazones

Sólo pueden padecer.



Vuelve a levantarse. Paseando en círculos.



Qué rara tribulación

La que, en fin me desconcierta,


Que el alma siento ya yerta

De esta desesperación.






2010 © José Ramón Muñiz Álvarez

Todos los derechos reservados por el autor.




José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispanica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía. Es autor de varios libros, de los cuales ya ha dado a conocer "Las campanas de la muerte", aunque en una tirada modesta.

"Las campanas de la muerte" es una obra que consta de tres poemarios: 

1-. "Arqueros del alba", dedicado a su abuela materna, Dolores Menéndez López.

2-. "Ballesteros de la tarde", dedicado a la abuela paterna, Pilar Muñiz Muñiz.

3-. "Lanceros del ocaso", dedicado a uno de sus tíos: Gervasio.

El poemario demuestra el extraordinario vínculo del poeta con sus abuelas, en un momento delicado: el del fallecimiento de las mismas. Es indicativo que el libro se escribiese en tres tandas, las dos últimas muy seguidas. Las partes del libro datan de diciembre de 2005 a enero de 2006, primavera verano de 2007 y enero de 2008. En este tipo de poesía se recurre a las estrofas más tradicionales, con dos únicas excepciones de verso libre. Además de un romance, las demás estrofas son silvas blancas, espinelas y, sobre todo, sonetos.
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