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Estás en: Poetas noveles

Letrillas satiricas para carnestolendas

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Enviado (08/03/2011)Enviado poradmin-
José Ramón Muñiz Álvarez



NUEVO PLIEGO DE LETRILLAS SATÍRICAS

Y BURLESCAS, CANCIONES QUE

FUERON

COMPUESTAS PARA SOLAZ

DE LOS ILUSTRES

SEÑORES







DON JOSÉ BLANCO PORTILLO, DON CÉSAR ANTONIO GÓMEZ GARCÍA Y SU HERMANO

DON MIGUEL ÁNGEL

GÓMEZ





Es, amigo lector, un placer presentar, para quienes lo hayan menester, estos cantos villanescos, a los que llamar letrillas o villancicos, que, en sus estrofas son corrientes las tornadas o estribillos, y que son canciones de humor y picardía que habrán de dar deleite a cuantos se asomasen a estas páginas para gozar de su lectura, porque tienen su sal y son musicables, que quien cantar las quisiere estas ya cercanas carnestolendas, tanto, pues, podrá hacer.





PALÍNDROME DE LA ZORRA



Del monasterio lejano,

sonó al fin la campanada,

al llegar de la alborada

sobre el cielo soberano;

y su sonido temprano

quiso decir la verdad

que el palíndrome decía

de la zorra del abad.

Pues comentó la lechera

de la buena barragana

que la tomaba con gana,

que la amaba dondequiera,

y bastó lo que dijera

a toda la vecindad

del palíndrome que dice

de la zorra del abad.

Después pudo el molinero,

que es hablar sin demasía,

decir que ya se sabía,

que lo cuenta el mundo entero.

Y lo dijo el pregonero,

que es hombre nada mordaz,

que el palíndrome decía

de la zorra del abad.

Y si el pregonero amigo

dijo tal, nadie lo duda,

porque la pinta desnuda

en sus manos sin testigo,

que no es necesario abrigo

para moza tan asaz

que el palíndrome decía

de la zorra del abad.

Y pues vemos que hay en este

caso un tanto de rareza,

no olvidemos la certeza

que desvela el arcipreste,

que, aunque a algunos les moleste,

recordará siempre audaz

que un palíndrome tenía

de la zorra del abad.



EL TINTO DEL SACRISTÁN

    

De mil rosas los colores

quiso tejer su alegría,

cuando, en barro, se servía

a los nobles bebedores.

Y es de todos los licores

el vino un gran capitán,

que es el vino que se bebe

el tinto del sacristán.

Y es dichoso quien lo prueba

si a la testa se le sube,

dejándolo en una nube

que a mayor placer lo lleva.

Que hasta el siervo de la gleba

por él siente gran locura,

que es el vino que se bebe

el tinto del señor cura.

Y no faltará quien diga

que no sube a la cabeza,

que decir tal es torpeza,

porque baja a la barriga.

Pero se sabe que obliga

a confesar la verdad,

que es el vino que se bebe

el tinto del buen abad.

Bien lo sabe el mesonero

y con gran humor lo dice

cuando la mesa bendice

del borracho prisionero:

–Tú deja aquí tu dinero

y bebe vino a raudales,

que es el vino que se bebe

tinto de los cardenales.

Y el borracho, que hace caso,

toma la jarra con gusto,

para morir en el susto

de su contenido escaso.

Así la lección repaso

con profundo pensamiento,

que es el vino que se bebe

el buen vino del convento.



José Ramón Muñiz

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS


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