“LOS AMORES DE LA MOCEDAD” O “DESPUÉS DE LAS TELAYAS”
(JUGUETE CÓMICO-LÍRICO EN UNACTO ÚNICO)
El drama se desarrolla en un acto y tres estampas.
ESTAMPA I
Puerto de Vega de Navia, hacia el siglo XVII. La Almena del puerto, con el Baluarte al fondo. Se escucha el rumor del mar, pero lejano, y el graznido de las gaviotas.
ESCENA I:
CARLOS, PEDRO y FERMÍN cosen redes en el puerto. Mientras cosen, cantan una alegre canción, en una situación distendida:
CARLOS: No fue la aurora más bella
ni la mañana más clara,
que el color incandescente
que hallaron en la mirada,
en la frente más altiva,
la melena más dorada,
los más encarnados labios
entre las mejillas pálidas,
los pescadores valientes,
que, yendo de madrugada,
bajaron, prestos, al puerto,
con el despuntar del alba,
y, sorprendidos de verla,
admiran a la zagala
que alza en lucientes cristales
el color de su mirada.
TODOS A CORO: Como el coral es hermosa,
clara como primavera,
cuando la admiran, temprano,
cuando baja a la Losera.
CARLOS: La vieron pasar de pronto
como un rápido reflejo
del sol que se va y se viene,
dando luz al firmamento,
llenando la altura misma
con su más puro destello,
que, si no es azul del mar,
es pincel del oro viejo,
porque hay pinceles que muestran
en su color los reflejos
y en sus cerdas la belleza
del sol que vuelve corriendo,
que, desterrando las sombras,
quiere recobrar su reino,
y con sus luces combate,
cuando se van encendiendo.
TODOS A CORO: Como el coral es hermosa,
clara como primavera,
cuando la admiran, temprano,
cuando baja a la Losera.
CARLOS: Que no digan que es hermosa
la risa de la muchacha,
que enseña sus blancos dientes
entre mejillas rosadas,
entre los labios purpúreos,
entre los ecos del alba,
si es que el alba se dibuja
bajo su dulce mirada,
y a su paso, todos miran,
sin atreverse, al mirarla,
a dedicarle un saludo
o a decirle unas palabras,
que viendo tanta belleza
parece que se acobardan
los más valientes marinos
que nunca tempieron nada.
TODOS A CORO: Como el coral es hermosa,
clara como primavera,
cuando la admiran, temprano,
cuando baja a la Losera.
CARLOS: Pura comolo es la escarcha,
pura como es puro el hielo,
la piel mancharon claveles
tomados del frío invierno,
y ella pasa sin orgullo,
sin presunción, repitiendo
las gracias de sus colores,
la hermosura de su cuerpo,
sin temor de que la miren
los pescadores más viejos,
sin pensar en que la teman
los más mozos marineros,
que la ven como a una diosa
que desciende de los reinos
celestiales, donde tiene
su trono, palacio y séquito.
TODOS A CORO: Como el coral es hermosa,
clara como primavera,
cuando la admiran, temprano,
cuando baja a la Losera.
CARLOS: Y, en verdad, quién por un beso
de su boca, siempre avara,
que es tan honesta y decente
como bellas son sus gracias,
no se sintiera tentado
a perder, contento, el alma,
el cuerpo y la vida misma,
como nave que naufraga,
viendo que es luz de la aurora
que se deshace en mil llamas
que corren el ancho cielo
y en los mares se desata,
fina como perlas finas,
raro coral, joya extraña
por su infinita hermosura,
que envidiar pudiera el alba.
TODOS A CORO: Como el coral es hermosa,
clara como primavera,
cuando la admiran, temprano,
cuando baja a la Losera.
Sin interrupción alguna
pasan a otra canción.
FERMÍN: Donde la aurora, en silencio,
sus altos vuelos levanta,
con un bostezo en la boca,
con el sueño en la mirada,
al puerto mira un pesquero
que, al pasar la madrugada,
mira el mar de raro brillo
y los destellos del alba,…
PEDRO Y CARLOS: Cuando la mañana
sus brillos entrega,
y arde con más gracia
en Puerto de Vega.
Cuando la mañana
enciende sus llamas,
y va con apuro
la brisa del alba;
la brisa del alba,
que suele ser fría,
si la hora se acerca
de la amanecida.
FERMÍN: Que, quebrando el firmamento,
hallando espejo en el agua,
enseñan su luz bermeja,
testigo de la mañana,
para dar luz a la vida,
alumbrando la Atalaya
que proteje nuestro pueblo,
y al marinero que zarpa
PEDRO Y CARLOS: Cuando la mañana
sus brillos entrega,
y arde con más gracia
en Puerto de Vega.
Cuando la mañana
enciende sus llamas,
y va con apuro
la brisa del alba;
la brisa del alba,
que suele ser fría,
si la hora se acerca
de la amanecida.
Han dejado de cantar y FERMÍN se dispone a liar un cigarro de picadura.