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Jueves - 28.Marzo.2024

Estás en: Poetas noveles

Los DonJuanes sin remedio

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Enviado (10/07/2011)Enviado poradmin-
José Ramón Muñiz Álvarez


“LOS DONJUANES SIN REMEDIO”



(Paso)










Este juguete cómico fue estrenado durante el curso 2009-2010 por los alumnos de 3º de Diversificación del IESO Puente de Domingo Flórez.
















MARCELINO: ¿Qué os ocurre, mi señor,

Que os miro triste y vencido?

Decidme lo sucedido,

Si así os encontráis mejor.

DON MARCOS: Que me abrasa este dolor

Que arde dentro de mi pecho,

Quemándome, sin derecho,

Quebrando toda esperanza.

MARCELINO: Conozco yo tal mudanza,

Y es amor, si no es despecho.

DON MARCOS: Amor es, te lo aseguro,

Mas me han dicho, Marcelino,

Que es este un duro destino

Y el más prodigioso apuro.

MARCELINO: Que eso es amor, os lo juro:

Solamente los amantes

Lloran y gimen, errantes,

Como soléis estos días,

Mezclando mil alegrías

A tristezas inconstantes.

DON MARCOS: Podrán, entre los mejores,

Los médicos de su oficio

Curar con virtud el vicio

Que me llena de dolores.

MARCELINO: No curan el mal de amores

Los médicos, señor mío,

Pues sólo está al albedrío

De las viejas celestinas.

DON MARCOS: Malamente me encaminas.

MARCELINO: Habéis de pensarlo en frío.

DON MARCOS: No he de pensar, que no quiero

Perder un dolor tan vivo

En que el espíritu esquivo

Se diluye en el sendero.

Escucha bien lo que espero

De tu fe siempre tan buena:

Llevarás una azucena

A mi dueña y mis señora

Del servidor que la adora.

MARCELINO: Parecéis un alma en pena.

DON MARCOS: Y escribiré en una carta

El verso más halagüeño,

Para que ceda a mi empeño

O el corazón se me parta.

MARCELINO:¿Quién es ella?

DON MARCOS: Doña Marta

De la Fuente y Castroviejo,

Alma pura, claro espejo

Que en arroyo se convierte

Cuando en el agua se vierte

Su hermosura y su reflejo.

Las llamas más encendidas

Hallarás en su mirada,

Su blanca piel hechizada

Por auroras repetidas,

Sus melenas suspendidas

A los caprichos del viento,

Y bello será el momento

De que entregues el recado

Que manda un enamorado

Que de amor vive sediento.



Escena II: DON MARCOS se retira por la puerta que conduce a las habitaciones. Queda sólo MARCELINO, rascándose el cogote y mirando a su amo, ya tras la puerta, con extrañeza. Entonces entra DOÑA CAROLINA, acompañada de DOÑA FERMINA, y de CRISPÍN.











CAROLINA: Buenos días, Marcelino.

¿No está tu señor en casa?

MARCELINO: En casa está.

CAROLINA: ¿Qué le pasa,

Que huyó de mí en el camino?

MARCELINO: Llegó temprano y mohíno,

Con un gran abatimiento.

FERMINA: Será el enamoramiento

Que dice tener el hombre.

CRISPÍN: En un conde no os asombre,

Que son todo sentimiento.

MARCELINO: Raros son estos señores,

Que sí que es rara prudencia

Querer hallar indulgencia

En mil negocios de amores.

CRISPÍN: Yo serví ya a amos mejores

En tiempos no muy lejanos,

Y siempre los hallé ufanos

Del dolor más encendido,

Mientras yo estoy complacido

Con sentimientos livianos.

FERMINA: Dejad ya tanta imprudencia,

Que no sabéis de qué habláis.

Los plebeyos nunca amáis,

Que es el amor noble esencia.

CRISPÍN: Esencia sí, mas sin ciencia,

Noble también, a fe mía,

Pero yo, de día en día,

Quiero más un buen chorizo

Que el suspiro antojadizo

De amor y melancolía.

MARCELINO: Tenéis razón y argumento.

FERMINA: No maldigas el amor,

Que, aunque fuente de dolor,

Es un alto sentimiento.

CRISPÍN: Como el ajo y el pimiento

Que come quien bien cocina.

Perdonad, doña Fermina,

Pero soy hombre plebeyo.

CAROLINA: Desconocéis lo más bello

A lo que el alma se inclina.

MARCELINO: No es el amor un regalo

Que descienda desde el cielo,

Que siento siempre ese duelo

En mi dueño como malo.

CRISPÍN: Es el amor intervalo

De terribles pesadillas

Para quien las zancadillas

De Cupido ha recibido,

Y, a cambio yo, en el olvido

Del hambre siento cosquillas.

Tiene el cura un libro hermoso,

No hace mucho publicado,

De un autor innominado,

Sobre un pícaro jocoso.

CAROLINA: (Aclarándoselo a Fermina:)

Este Lázaro dichoso,

Que servía con esmero

A un amo que era escudero

Miserable y orgulloso.

FERMINA: Llama a tu amo de una vez,

Que estoy de esperar cansada.

DON MARCOS: (desde dentro:)

Ahora voy, no tardo nada.

CAROLINA: ¡Pero qué desfachatez!

Me parece una idiotez

Querer razonar con vos.

Salid de una vez, por Dios,

Que contengo mi coraje.

MARCELINO: Ahora saldrá.

FERMINA: ¡Un ultraje!

FERMINA: (A Carolina)

Déjalo aquí y dile adiós.











Escena III: Sale DON MARCOS atemorizado, dispuesto a que lo llenen de reproches. Ellasmantienen una actitud seria y los dos criados se ríen.









DON MARCOS: He de deciros, señora,

Que más que el sol sois divina,

Mi señora Carolina,

Luz que la aurora atesora.

CAROLINA: Dejad vos en paz la aurora

Y contestad claramente.

FERMINA: Jurasteis amor ardiente

A mi ahijada Carolina.

DON MARCOS: Y sabed, doña Fermina,

Que llena siempre mi mente:

Ella es la clara mañana

Que reluce con el día,

Ella es la flor que nacía

Al llegar la hora temprana.

Con el alba soberana

Se me llena el pensamiento

De este amor que es mi contento.

FERMINA: Y la veis y la esquiváis

Y de su presencia os vais.

DON MARCOS: ¿Decís acaso que miento?

FERMINA: Vuestra promesa de amor

Fue tan sólo una falacia.

CAROLINA: Ha sido buena la gracia

Que habéis tenido, señor,

Pero a costa de mi honor

No es prudente hacer el juego:

Será el miedo vuestro fuego

Cuando la espada de plata

De mi padre el aire bata.

DON MARCOS: (Acobardado)

En fin, dejadlo, os lo ruego.

FERMINA: (Moviéndose violenta)





¿No prometisteis amores

A una doncella inocente?

Caballero, sed valiente,

Como debéis los señores.

Siempre pidiendo favores

Os alegráis los don juanes,

Prendiendo fuertes volcanes

En un pecho de mujer.

Pero habéis de responder.

DON CARLOS: Sobran esos ademanes.

FERMINA: Decid si no amáis a Marta.

DON MARCOS: ¿A Marta yo?

CAROLINA: Sed sincero,

Si es que sois un caballero.

DON MARCOS: ¡Pero, mal rayo me parta!







En esto se le cae a DON MARCOS la carta que estaba escribiendo, y que tenía oculta en sus ropajes.








CRISPÍN: Mirad eso. Es una carta.

FERMINA: Veremos ahora que escribe

El que tanto amor recibe

De la mujer que traiciona.







FERMINA recoge la carta del suelo y se la entrega a su ahijada, que la lee en voz alta.







CAROLINA: “Un claro amor os corona

Y sólo un dios os concibe:

Amor, si vos sois mi suerte,

Doña Marta Castroviejo,

Alma pura, claro espejo

Que en arroyo se convierte

Cuando en el agua se vierte

Su hermosura y su razón;

El alma y el corazón

Juro que a gusto entregara.”

MARCELINO (Al público):

Vaya la que se prepara.

DON MARCOS: Mas qué aciaga situación.







Escena IV:

DON MARCOS huye despavorido, sin tomar su sombrero ni su capa, de modo que su cobardía se hará mas evidente para la risa de los demás.





FERMINA: Qué cobardes los marqueses

De elegantes ademanes.

CAROLINA: Solamente unos don juanes.

MARCELINO: Viven con tantos reveses…

CAROLINA: Me juró amor ha unos meses,

Rizando el mar que se riza.

CRISPÍN: Siempre el amor en la liza,

Han de meterse en un brete.

(Dicho al público)

Y hasta aquí nuestro sainete,

Pues esto ya finaliza.





Telón







2009 © José Ramón Muñiz Álvarez

Todos los derechos reservados por el autor.





José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispanica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía. Es autor de varios libros, de los cuales ya ha dado a conocer "Las campanas de la muerte", aunque en una tirada modesta.

"Las campanas de la muerte" es una obra que consta de tres poemarios:



1-. "Arqueros del alba", dedicado a su abuela materna, Dolores Menéndez López.



2-. "Ballesteros de la tarde", dedicado a la abuela paterna, Pilar Muñiz Muñiz.



3-. "Lanceros del ocaso", dedicado a uno de sus tíos: Gervasio.



El poemario demuestra el extraordinario vínculo del poeta con sus abuelas, en un momento delicado: el del fallecimiento de las mismas. Es indicativo que el libro se escribiese en tres tandas, las dos últimas muy seguidas. Las partes del libro datan de diciembre de 2005 a enero de 2006, primavera verano de 2007 y enero de 2008.

En este tipo de poesía se recurre a las estrofas más tradicionales, con dos únicas excepciones de verso libre. Además de un r
omance, las demás estrofas son silvas blancas, espinelas y, sobre todo, sonetos.




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