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Etiquetas: juan-josé reyes ríos, amor romántico (7) Entro en la morada de la angustia y todo suplica de mil maneras. Salgo de la morada de la angustia y ya la aurora guía mis pasos por esos senderos de desconcierto. Nubes como luces de neón, riquezas como vacuas entrañas, derroche de divagaciones, apertura de caminos errantes, travesías hacia la luz sin alma; sí, ya no hay dioses que promuevan ascensiones, ni templos que ahuyenten el marasmo, ni espíritus que desgarren velos de hipocresía. Pero estás tú que me escuchas, tú que sabes del valor del esfuerzo, y del dolor como vía de conocimiento. A ti que me escuchas, digo: “¡abajo muros e injusticias!”. (8) Germina un concepto, crece la cepa del juicio, del tronco del sistema brotan sarmientos de belleza, y ya el vigor del vegetal expone sus verdes hojas al sol del mundo. Sentid cómo el viento agita las hojas, ved cómo en torbellinos se levanta la hojarasca. El canto de los pájaros, la hierba húmeda de rocío, y la mariposa explorando el mundo floral, todo bajo el invariable impulso vital. El universo me hechiza, me maravilla la creación en su fruto; ahora mi pensamiento alado es nave que despliega sus amplias velas y del viento impaciente recibe el impulso. “Dejad el destino a un lado y labrad vuestros campos del espíritu”. Nada de prisiones, nada de lazos, sólo liberalidad y reto, decisión y batir de alas que nos eleve hacia el absoluto. (9) Ya respira la mañana, virtuosa se despierta la mar, se desvanecen las neblinas... la suave brisa roza mi faz. El alegre canto de los pájaros resuena en mi pagano pecho, las mariposas revolotean sin cesar, un rumor levanta polvaredas en el pueblo de más allá. Mi alocado ánimo presiente fuego y llamas en alta mar. Con viento favorable zarpa el velero, tu femenil rostro es iluminado por luz fugaz... mi pluma quiere echar a volar. ¿Quién nada al encuentro de insumisas alas, quién se modera ante la frente del mar? Campos del aire despiertan de su prolongado letargo, regresa la Poesía con honor auroral, la bárbara visión desfallece, nadie sale al encuentro de la esencia que prospera de manera fugaz. No; la inocencia está en el infinito, en un punto huido del mal. Derramo tres gotas de vino en esta vasija de bronce, y de su sonido deduzco triste augurio: “mi compañera será la soledad”. Extracto del libro: "Luz de los ojos" Juan-José Reyes Ríos web: http://www.galeon.com/jjreyesrios |
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