Mujer,
quien no llegaste tarde a mi vida,
para cubrirme de encanto, pasión y fantasía.
¿Cómo no he de dedicarle un momento a tus ojos,
si de ellos se alumbra mi horizonte en tus pasos?
¿Cómo no he de dedicar éste momento a tus manos,
si en ellas se cobija mi alma en tus rezos?
¿Cómo no he de dedicar éste momento a tus labios,
si de ellos alimento mis palabras cuando me hablas de la paz que calma mis batallas?
¡Cómo no he de devolverte tus momentos, vida,
si en ellos me estaciono y de ellos suyo soy!
Habita en mis versos el porqué de hacer poemas.
Simplemente hablo con el idioma que hablas,
con el que Tu me hablas,
de aquel que tan sólo entiende un corazón como el tuyo.
Y vuelvo al principio,
al principio de lo eterno...
Allá cuando Dios pintó de poesía las flores, los colores y a la esperanza.
Poesía perfumada de mar, de cielo y de sol.
Poesía dormida en estrellitas fugaces y lunas de encanto.
Poesía vestida de sentimientos,
Poesía, poesía...
"(...) Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza (...)"
Nos vistió de poesía,
la poesía es ÉL.
Mas, de tanta perfección,
sólo hay una que lo alcanza,
inspirado de vida creo a la Madre: Mujer.
Y, cómo para ÉL, no hay tiempo, espacio ni duda,
aunque resulte pecado,
(al mirar, tus ojos, tus manos... tus labios)
podría afirmar, rezando bajito,
que tuvo una musa;
esa Musa eres Tú.