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Deliciosa tu, hermana
con tu oscura piel sudada
brillante como el sol del estio
siempre hambrienta de luz calida y diafana.
Yo sin embargo, amigo mio
soy un poco, como niebla descolgada
un mucho, gris otoñal
aunque deje pasar un tanto de desvario
en la axfisiante fibra que me embarga.
Pero mira, entre tu y yo, querida
se encuentra el alba
esa sensacion de desguace inesperado
que envuelve a la noche en el recuerdo de una sombra
y aspira con descaro
el tupido polvo de la alfombra
donde ha