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Etiquetas: jose ramon muñiz alvarez, candás (asturias) Nacimiento de Mael Muñiz El brillo bordó bermejo de ese sol que, ya lejano, con un aire soberano se derramó en oro viejo, porque su fuego perplejo, como valiente corcel, derrotado se vio en él y vencido en el reproche de la sombra de la noche que el aliento dio a Mael. Y, al arder tanta belleza en las alturas del cielo, entre el granizo y el hielo, cedió la luz con pereza, que, con mucha sutileza, se apoderó del vergel la noche que el cielo aquel, en azabache cautivo, hizo del viento furtivo que el aliento dio a Mael. Y, siendo la noche muerte honrada por las estrellas, murió con dulces querellas el sol con su brillo fuerte, donde el paisaje lo advierte como purpúreo clavel, en el aire siempre fiel, en que vive suspendido, mas por la noche vencido que el aliento dio a Mael. De modo que los castillos al fin se desmoronaron, si primero los alzaron las auroras con sus brillos, porque sus fuegos sencillos, como agitado lebrel, vieron que la noche cruel, acabando con el día, bellamente se encendía y el aliento dio a Mael. Pues la luz de la alborada se lanzaba en un torrente, al arrojarse, valiente, desde la altura callada, para luego, alborotada, ceder su raro bajel, su corona de laurel, el cetro de sus naciones a la noche en las mansiones que el aliento dio a Mael. 2010 © José Ramón Muñiz Álvarez “El nacimiento de Mael” |
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