Ricardo Altabe

Y entonces el bronce fue solamente palabras
y la piedra un gesto de lo que ya no vuelve.
Las canciones y las danzas se vistieron de una gloria inventada.
Sin embargo nadie vio la historia sentada a nuestro propio lado
ni sintió el paso de la procesión de los que sí están vivos.
Así se sumió en el secreto que lleva al olvido,
condena brutal que abre el camino hacia una muerte matada,
a los que no se nombra,
a los que no se invita a la fiesta ritual de la mentira.
Menos mal, entonces,
porque ellos construyen una historia que terminará irrumpiendo
silenciosa,
pero implacable,
de piel oscura,
de marcha silenciosa,
de olores molestos,
de voces impertinentes,
de ropas feas,
de manos sudorosas,
de miradas perturbadoras,
de bocas con pocos dientes,
de polvo,
volverá el Dios de la Historia....