Será el recuerdo bello de tus manos Como un cristal vencido y tembloroso, Tu voz como un bostezo perezoso, Tus ojos como un sol, y más lozanos. Las nieves cubrirán montes y llanos Cuando el invierno llegue, silencioso, Y copie tu cabello luminoso Con tus pinceles suaves y tempranos. Después se deshará, con el deshielo, El fuego que bordó, con alegría, La nieve que hizo blancos los follajes. Será, al llegar el alba, blanco el cielo Y escarcha de la aurora, si es que, fría, Madruga, estrella azul, en sus paisajes....
Los sueños son secretos misteriosos Que nacen como el árbol y marchitan, Que corren, que se mueven, que se agitan En los salones viejos y espaciosos. Llegaste a los castillos silenciosos Del alma solitaria donde habitan, Y, alegres unos, en su alcoba gritan, Y, tristes otros, callan perezosos. Estás junto a los sueños, en mansiones Extrañas y es extraña la morada Y el polvo sobre sus habitaciones. Los ves en esa alcoba desolada Que llena con su polvo corazones Cansados de su voz deshabitada....
Los sueños son secretos misteriosos Que nacen como el árbol y marchitan, Que corren, que se mueven, que se agitan En los salones viejos y espaciosos. Llegaste a los castillos silenciosos Del alma solitaria donde habitan, Y, alegres unos, en su alcoba gritan, Y, tristes otros, callan perezosos. Estás junto a los sueños, en mansiones Extrañas y es extraña la morada Y el polvo sobre sus habitaciones. Los ves en esa alcoba desolada Que llena con su polvo corazones Cansados de su voz deshabitada....
Las campanas de la muerte
Jose Ramon Muñiz Luchando contra el viento y el granizo, Relámpago de luz a la alborada, Brotaba en el jardín de tu mirada, Risueño, como siempre, aquel hechizo. La luz de aquel crepúsculo rojizo Ardió sobre los campos y, callada, La noche llegó, triste y apagada, Y el blanco de los cielos se deshizo. Después de derrotar la lluvia fría, Abriendo las cortinas la andadura, Tu risa se hizo brillo de alegría. Y un ángel coronó con su hermosura La llama juvenil que se encendía, Bebiendo la emoción de tu ter...
No puede haber más gozo que mirarte,
Sentir tu aliento fresco, ver tu risa,
La fuerza de tus ojos, aire y brisa,
Que vuelan en tu ser, bello estandarte.
Tus ojos son blasón, alto baluarte,
Altiva fortaleza cuando pisa
La roca del desdén, que tu sonrisa
Dibuja con pinceles para el arte.
Las noches son temor, sombras oscuras,
Pensando en tu mirar, terrible hoguera
Que quema el corazón más encendido.
Los días son también la larga espera,
Soñándote despierto en mis locuras,
Si no es que, fatigado, estoy dormido.
Las nieves del invierno descendieron
Con lenta majestad, siempre serenas,
Y aquel lugar, manchado de azucenas,
Lloró, mientras sus telas lo cubrieron.
El hielo fue fraguando y se durmieron
Las aves, los arbustos, las colmenas,
Y, heridos por el viento, sus almenas
Los árboles verdosos desprendieron.
El hielo del invierno, ese cuchillo,
La lanza cruel, el aire por el viento,
Dejó un desierto sólo, y, a su paso,
Marcharon la cigüeña, el cervatillo,
Ranúnculos y flores, cuyo aliento
Le dio su último beso a aquel ocaso.
La lluvia de la tarde se encendía
Rozando fuertemente los cristales,
Y, luego, los hermosos ventanales
Sintieron que el granizo los hería.
Granizo y lluvia, triste melodía,
Cayeron en torrente, que, invernales,
Las noches y los días, con sus males,
Se hicieron de feroz melancolía.
La leña que llenaba los desvanes
La llama iba royendo, y sus chasquidos,
Alegres en el aire, eran consuelo.
Sentada en la butaca, sin afanes,
Mirabas viejos cromos repetidos
Y estampas de los ángeles del cielo.
Jose Ramon Muñiz Alvarez
"Las campanas de la muerte"
"Libro de los fresnos"
El vuelo del milano era ligero, Sobre el paisaje triste, dulce y pardo, Recuerdo de los sueños de algún bardo, Un paje, algún juglar o un escudero. El diestro cazador era certero: Certero cuando el sol, cansado y tardo, Murió con el crepúsculo, y el nardo Cedió a las rosas negras su sendero. El ave, ya sin vida, cayó al prado, Vencida por las flechas asesinas De un hábil cazador, pero inclemente. También fue nuestro amor un ser alado, Mas, como un cazador en las colinas, El hado lo abatió tan de repente.
Jose Ramon Muñiz es profesor de Secundaria.
Como poeta es autor de diversos poemarios:
"Las campanas de la muerte"
"El libro de los fresnos"...
Las torres, por la hiedra sepultadas,
Aún muestran su grandeza, no son ruina,
Tesoros grises, piedra numantina,
Tosco sillar, paredes olvidadas.
Tus curvas, por los años trabajadas,
Son jóvenes y bellas, mas camina,
Que así sabrás que todo se termina:
También las horas viven condenadas.
La gloria de los viejos monumentos
Acaso crecerá si el tiempo corre:
Su nombre no lo arrastrarán los vientos.
Mas piensa ahora en el tuyo, no lo borre
La muerte con sus brazos cenicientos,
Que no has de compararte tú a una torre.
Dormidos ya los viejos abedules,
Me viste despertar en tu regazo,
Soñando asido de tu suave abrazo,
Mis ojos en los tuyos, tan azules.
Mas no ha de ser así, no disimules,
Que, siendo prisionero de tu brazo,
Me asfixias, convirtiéndote en un lazo:
El nudo que ocultaste tras los tules.
El velo que lo tapa es tu belleza,
Mas eres tú la muerte y no la vida,
Que nunca en la dulzura hay aspereza..
El alma de mi cuerpo está dormida,
Y así, soñando tanta ligereza,
Se apaga entre tus brazos, ya vencida.
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