CIELO INHÓSPITO
(Neosurrealista visual)
Yo sé de un árbol en la paz honda del campo,
en la dulzura de sentir el sopor del mediodía.
Él, a veces ciega y acobarda, aún limpio de toda cosa.
Dulzura al elevarse como estrella inaccesible y alta,
alumbrando al silencio mismo. Fuerte más fuerte que el alma.
En la violeta humilde al morderse el signo del Infinito.
Soy tierra desgajándome. Hay momentos del sentirse, extraído del ropaje,
como rotas aguas. Donde no se llega aunque llegar se crea, y así no besas aunque beses.
A veces reflejos, a veces mentiras,
dónde se pierde luego la palidez ligera.
No recuerdo la fecha. Dejé en el jardín su frescura y sus fragancias.
Tan simple como es complejo el firmamento.
Y viendo la libertad tan quimérica.
Tan noche como es la noche en la mundial vorágine.
Siendo lanzado a su orilla. Ya rompiendo un delgado velo vano.
En la blancura de sus dedos finos.
Como una concha sin perlas. Sin la voluntad que enfrena.
Al piso sumiso que quiebra pórticos y bostezos desdeñoso.
Como el canto de pájaros nerviosos.
¡No toques al loto ni al rosal!.
Si no sabes hacerlo.
Pues el tiempo se aleja cada vez más del reloj sin cuerda.
Sin el hilo de las mártires antorchas.
Y el fresno se cansa del bordón y las muletas.
Por la miserable hambre del cobre.
Las cosas se mueren con el polvo de su viento.
¡No se debe desear lo que se ignora!.
Yo no sabría decir de qué color ni de qué forma.
Pregúntale al agua de tus ojos.
El cabello de platas hace luces, bien sabe que miente el prisma,
del momento del prólogo al epílogo, el himno solo implora y se desvanece.
¡Las palabras y sus letras, nada son,
al ciego oído, sin gusto,
por el perfume!.
En el rojo que no existe,
en la monotonía del azul sobre el mar,
ni el amarillo del agua,
en la muerte dorada,
donde flota la transparencia.
Bien abierta está a las mareas y los ciclones,
donde el mar plantó su raíz roto.
Por lo más puro de sus ojos,
donde la música es grata,
aún más que su silencio.
Autor: JOEL FORTUNATO REYES PÉREZ