Gorrocha

Esa promesa ha sido hecha
en cien culturas
y las cien han dejado en las celestiales alturas
el afán de cada día olvidado.
Déjame rezar y el sol vendrá y te calentará.
No hagas nada,
deja que la manada
te lleve al paraíso.

Industrial comercial alimento
que nos dais...
y el manjar celestial
del que vosotros habláis.
¡Yo me desespero!
Estoy sentado en el suelo
con los ojos mirando al cielo
y escucho la conseja en el aire,
del que habla y que no es nadie,
pero que llama y dice y repite:

A mi, a mi los Reyes,
los Magos Reyes de Oriente,
me trajeron, me regalaron hace cien años,
mil de mil años hace, una corneta sonora.
Era la corneta seca, vieja,
de sonido seco, viejo,
que habla, dice, gime y sólo es ella
la que quiere ser una estrella.

Mercancías para soñar.
Son las que tú portas
en el ancho fondo
de tu equilibrio roto.
¿Arriba o abajo?
¿Delante o detrás?
Punto en el recuerdo ciego,
de aquel loco pensamiento
que llevabas suelto
entre neuronas blancas.

De tu hijo
que come cebolla
y tú entre rejas
te conformabas
¡sí!
te conformabas
y llorabas.
¿No tuviste
pluma?
¿No tuviste
alma?
Si es mi hijo
y mi mujer
la de la cebolla,
hoy el mundo todavía
ardería
que mi pluma
así lo haría.

Respeto tu tierra
y el hueso que te
queda.
Amo tu lamento
pero insisto:
no habrá tierra
ni luz
y nadie reiría
todavía
si mi brazo
fuera la cebolla
de nuestra
sibilina tierra.
Sin tiempo
¿qué cebolla
comería?

Si me
condenaran
a comer cebolla
amar cebolla
y estar cebolla
no diría
a mi hijo
la misma historia
que contaste
al tuyo.

Las hadas con finas alas de cristal
suaves vuelan con aire triunfal
y las ninfas con grácil levedad
amante mi alma dejan de verdad.
Búscala en la rosada aurora
con ansias del que triste llora
y al ver que la luz se borra

Tengo un tío que hace versos.
Yo de prosa rimada presumo
la coloco en hilos tensos
y si algo digo, es humo.
Lo mal que lo hago me anima,
pues naciendo no se sabe.

Un día, lejano, llamaron a mi puerta.
Un sonido doloroso de repicar con fuerza
hizo en mi despertar y salir afuera
ese algo de caridad humana que estorba
en el fondo escondido del alma.