Gorrocha

¿Cómo no vas a permitir todo?
si ayer y hoy permitiste el dolor.
¡Tenías la llave y cerraste!
Cierra y vete y no hagas más de lo que haces
y jura decir la verdad.
Yo no te quito la vida... ¡haz tú igual!
Yo no sé nada no pido nada pues quiero tanto
que no es fácil soportarlo.

Chirriaron los goznes,
la puerta se abrió,
el viento la luz apagó
la muerte callando entró.
Se oyeron claros los gemidos
y los ayes de terror
se vieron heridos tendidos
blancos por temor en derredor.
Se olió, si tal se puede,
la sangre derramada
la carne ensangrentada
los huesos descarnados...

Por una necia apuesta
entraron a un lugar
una mujer con su cesta
y el dueño de un lechugar.
Juntos temblando de miedo
anduvieron todo un día
ella diciendo no puedo,
él con gran alegría.

Y para ti, Eduardo Alonso,
hermano de mi madre y tío mío, te digo:
Si me condenan a dejar mujer
amar su lecho y estar redondo, no diría a mi hijo
la misma historia que contaste al tuyo.
Si de amores fuese la historia y sin remedio
mi hijo o hija comiese de ella:

Tengo cien kilómetros de piel seca ardiendo.
Ruego por favor que tomes lo tuyo y te alejes con ello.
Yo no tendré piel pero respiraré.

Diez dedos de dos manos.
¡Oh, llanto, escapa y no ciegues la vista!
Deja que sepa de las dos manos
tú y yo
que se funden en algo
algo... no sé explicar... Es...
El sueño es cierto y real el canto.
El sonido bello y tus ojos grandes
son grandes... pero no cabe el sueño...
no cabe el canto...
Una rosa cortada me has dado,
no te has dado cuenta del crimen y la felicidad
que creas con tu gesto.
Juntos y separados rosa y ofrenda.
Tuya la rosa en mía ya.

Alma morena
¡qué sol te ha tostado!
Alma de piedra
¡qué agua te ablanda!
Alma de siempre azul
¡qué color te ha teñido!
Alma de consuelo
¡qué luz te ha llenado!
¿Qué ha sido
y quién ha hecho
el milagro
de ser tú
y luego, hecha tú
venir a mí?

Con sonoro lápiz de oro
trueno desventura.
Acerca de mi ventura
es como hablo
con este sonoro lápiz de oro
que encierra mil promesas
incumplidas.

Vine y vi en Santiago
día santo
andamiajes de madera.
Poca fe y compras
de azares
en los bazares.
Promesas de dichas
ocultas
en el recorte de las faldas.

Caen rosarios
como abiertas cadenas
sobre el campo de segures.
Caen rosarios
dolorosos de pesares
y encendidas brasas
ardientes pasan.