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Martes - 29.Abril.2025

Gustavo Adolfo Bécquer

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Enviado (22/06/2007) - Enviado por vigilante21
Rima XXXIV de Gustavo Adolfo Bécquer. Seguimiento.
Cruza callada y son sus movimientos
silenciosa armonía.
¡Te veo cruzar y mis ojos te miran
con mucha ansiedad!
Suenan sus pasos y, al sonar,recuerdan
del ritmo alado la cadencia rítmica.
¡Escucho tus pasos y, parecen el sonido
del aleteo de una golondrina!
Los ojos anteabre, aquellos ojos
tan claros como el día.
¡Cuando abres tus bellos ojos
parece que el sol brilla por vez primera!
y la tierra y el cielo, cuanto abarcan,
arden con nueva luz en sus pupilas.
¡Tus pupilas se agrandan, abarcando el
Universo...!
Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva.
¡Tu cantarina risa recuerda el
paso del arroyo por el sendero!
Llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita.
¡No llores, que me recuerdas
los poemas que no te escribí!
Ella tiene la luz, tiene el per...
Enviado (24/04/2007) - Enviado por marina
Para mi Padre. Y para todos los Padres que ya no están con nosotros, pero que siempre estarán en nuestro recuerdo. Nunca unos versos han tenido tanto sentido para mi.
Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos;
taparon su cara con un blanco lienzo;
y unos sollozando, otros en silencio,
de la triste alcoba todos se salieron.
La luz que en un vaso ardía en el suelo,
al muro arrojaba la sombra del lecho;
y entre aquella sombra, veíase a intervalos
dibujarse rígida la sombra del cuerpo.
Despertaba el día y a su albor primero,
con sus mil ruidos despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste de vida y misterios,
de luz y tinieblas, medité un momento:
Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
De la casa en hombros lleváronla al templo,
y en una capilla dejaron el féretro.
A11í rodearon sus pálidos restos
de amarilla...
Enviado (03/01/2007) - Enviado por Elena

Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intérvalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
*
De la casa, en hombros,
lleváronla al templo
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.
De un r...
Enviado (22/12/2006) - Enviado por Elena
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta.
El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.
Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.
Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ...
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Enviado (29/10/2006) - Enviado por Kimara_idhun
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la Humanidad, siempre avanzando,
no sepa a dó camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá p...
Enviado (22/10/2006) - Enviado por Elena
¡Cuántas veces, al pie de las musgosas
paredes que la guardan,
oí la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!
¡Cuántas veces trazó mi silueta
la luna plateada,
junto a la del ciprés, que de su huerto
se asoma por las tapias!
Cuando en sombras la iglesia se envolvía,
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!
Aunque el viento en los ángulos oscuros
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibía
su voz vibrante y clara.
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevía a cruzar, al divisarme
el paso aceleraba.
Y no faltó una vieja que en el torno
dijese a la mañana,
que de algún sacristán muerto en pecado
acaso era yo el alma.
A oscuras conocía los rincones
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allí crecen
las huell...
En la versión para boda acabar el ultimo verso con: Eso son vuestras dos almas dedicado a los novios que se casan.
Dos rojas leguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abarazan.
Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.
Dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca.
Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden
eso son nuestras dos almas.
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