Usuario - - Acceso de Usuarios | Jueves - 18.Abril.2024 |
Bajo la bóveda estrellada, En la quietud del momento, El columbio se balanceaba Sobre invisibles hilos, Mientras las lechuzas contemplaban Con sus ojos amarillos,absortos, Su sutil movimiento. No había figura, ni forma, Que en su asiento se sentara, Pero allí estabas tú, esperando, Que el silencio se extendiera Y con sus dedos callara los murmullos Que sobre el prado se prodigaban. Tus ojos, pozos de luna; Tu aliento, milenrama, Se extiende cómo un hechizo Cuando dan del reloj De la ermita Las doce campanadas. Es entonces cuando da inicio Tu baile, tu danza acompasada, Entrando en todos los rincones, En todas las habitaciones Con sus luces apagadas. A sus ocupantes estrechas Con tus brazos de oscuro terciopelo, Con tus manos que abren candados Que custodian esos miedos, Esos deseos, Escondidos en el cerebro. Y tu voz nos acompaña, Nos adormece cual canción De voz amada, Nos introduces en tu reino, De imaginación infinita, De magia y ensueño, Donde reinas a través de las eras, Sin rendirse al desaliento. Tú, sueño, nos besas; Nos haces morir por breves momentos, Descubrir el mundo sin nosotros dentro Cada noche en que resplandeces Como una veleta que desafía a lo efímero, Frágil, que es nuestro tiempo. Y al tocar nuestros rostros La luz clara del alba, Te retiras cual general Derrotado en la batalla A preparar tus planes certeros Para la próxima campaña. |
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