Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa --limpio de todo mal--. ¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más.
Cantas y a sol y a cielo con tu canto tu voz desgrana el cereal del día, hablan los pinos con su lengua verde: trinan todas las aves del invierno. El mar llena sus sótanos de pasos, de campanas, cadenas y gemidos, tintinean metales y utensilios, suenan las ruedas de la caravana. Pero sólo tu voz escucho y sube tu voz con vuelo y precisión de flecha baja tu voz con gravedad de lluvia, Tu voz esparce altísimas espadas, vuelve tu voz cargada de violetas y luego me acompaña por el cielo.
Yo te he nombrado reina. Hay más altas que tú, más altas. Hay más puras que tú, más puras. Hay más bellas que tú, hay más bellas. Pero tú eres la reina. Cuando vas por las calles nadie te reconoce. Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira la alfombra de oro rojo que pisas donde pasas, la alfombra que no existe. Y cuando asomas suenan todos los ríos en mi cuerpo, sacuden el cielo las campanas, y un himno llena el mundo. Sólo tú y Yo, sólo tú y yo, amor mío, lo escuchamos.
Pequeña rosa, rosa pequeña, a veces, diminuta y desnuda, parece que en una mano mía cabes, que así voy a cerrarte y a llevarte a mi boca, pero de pronto mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios, has crecido, suben tus hombros como dos colinas, tus pechos se pasean por mi pecho, mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada línea de luna nueva que tiene tu cintura: en el amor como agua de mar te has desatado: mido apenas los ojos más extensos del cielo y me inclino a tu boca para besar la tierra.
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, ¡oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. ¡Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. ¡Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, ¡todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, ¡todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, ¡todo en ti fue naufragio! Hice ...
Eres toda de espumas delgadas y ligeras y te cruzan los besos y te riegan los días. Mi gesto, mi ansiedad cuelgan de tu mirada. Vaso de resonancias y de estrellas cautivas. Estoy cansado, todas las hojas caen, mueren. Caen, mueren los pájaros. Caen, mueren las vidas. Cansado, estoy cansado. Ven, anhélame, víbrame. ¡Oh, mi pobre ilusión, mi guirnalda encendida! El ansia cae, muere. Cae, muere el deseo. Caen, mueren las llamas en la noche infinita. Fogonazo de luces, paloma de gredas rubias, líbrame de esta noche que acosa y aniquila. Sumérgeme en tu nido de vértigo y caricia. Anhélame, retiéneme. La embriaguez a la sombra florida de tus ojos, las caídas, los triunfos, los saltos de la fiebre. Ámame, ámame, ámame. ¡De pie te grito! Quiéreme. Rompo mi voz gritándote y hago horarios de fuego en la noche preñada ...
Con casto corazón, con ojos puros, te celebro, belleza, reteniendo la sangre para que surja y siga la línea, tu contorno, para que te acuestes a mi oda como en tierra de bosques o de espuma, en aroma terrestre o en música marina. Bella desnuda, igual tus pies arqueados por un antiguo golpe de viento o del sonido que tus orejas, caracolas mínimas del espléndido mar americano. Iguales son tus pechos de paralela plenitud, colmados por la luz de la vida. Iguales son volando tus párpados de trigo que descubren o cierran dos países profundos en tus ojos. La línea que tu espalda ha dividido en pálidas regiones se pierde y surge en dos tersas mitades de manzana, y sigue separando tu hermosura en dos columnas de oro quemado, de alabastro fino, a perderse en tus pies como en dos uvas, desde donde otra vez arde y se eleva el árbol doble d...
Bella, como en la piedra fresca del manantial, el agua abre un ancho relámpago de espuma, así es la sonrisa en tu rostro, bella. Bella, de finas manos y delgados pies como un caballito de plata, andando, flor del mundo, así te veo, bella. Bella con un nido de cobre enmarañado en tu cabeza, un nido color de miel sombría donde mi corazón arde y reposa, bella. Bella, no te caben los ojos en la cara, no te caben los ojos en la tierra. Hay países, hay ríos, en tus ojos, mi patria está en tus ojos, yo camino por ellos, ellos dan luz al mundo por donde yo camino, bella. Bella, tus senos son como dos panes hechos de tierra cereal y luna de oro, bella. Bella, tu cintura la hizo mi brazo como un río cuando pasó mil años por tu dulce cuerpo, bella. Bella, No hay nada como tus caderas, tal vez la tierra tiene en algún sitio oculto la curva y...
Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera...
Llénate de mí. Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame. Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora. Soy el que pasó saltando sobre las cosas, el fugante, el doliente. Pero siento tu hora, la hora de que mi vida gotee sobre tu alma, la hora de las ternuras que no derramé nunca, la hora de los silencios que no tienen palabras, tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias, tu hora, medianoche que me fue solitaria. Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre. Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta. No, no quiero ser esto. Ayúdame a romper estas puertas inmensas. Con tus hombros de seda desentierra estas anclas. Así crucificaron mi dolor una tarde. Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. Quiero ...
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación y ofrecer contenidos y publicidad de interés.
Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestrapolítica de cookies. Aceptar