Me acuerdo cuando tenías un fuego en el labio y te negabas a besarme por eso, pero yo insistía en que me besaras, que un fuego en el labio no iba a impedir que me subieras a las estrellas y me dejaras como un zombi pensando en nada, pensando en todo. Extrañé todo de ti cuando me encerraron, de hecho te extraño todavía. Salí de allí pero no estoy cerca, estoy en otro lugar donde no soy yo si tú no estás aquí mi amor.
Encerrado allí en ese lugar, había personas de todo tipo que sufría de cantidades de enfermedades mentales pero yo en cambio sufría de dolor, ese dolor que me hacía pensar en tu olor en tu mirada en todo. Un niño que estaba hace 8 meses en ese hospital mental compartía su habitación conmigo, el pequeño era sordo mudo entonces no teníamos de nada que hablar cuando yo necesitaba tener una compañía o un amigo para conversar o cuando estaba deprimido de no tenerte mi amor. Mi hermana una vez me enseño un lenguaje mudo y le intentaba hablar con ese lenguaje pero él no sabía nada de eso porque su madre lo dejo aquí y lo abandonó y nunca fue a una escuela, entonces lo que él sabía era lo que con sus propias habilidades desarrolló. Cuando mi madre iba a visitarme el niño lloraba y se ahogaba de dolor. Cuando pasaba por los pasillos del hospital mental pensaba que los esquizofrénicos me hablaban y que los gritos de los que sufren de tourette eran para mí. Ese lugar era tan horrible que no tenerte a mi lado era como estar en otro planeta donde hay otros seres y el único de mi raza y que se sentía extraño era yo. Todavía recuerdo esa psicóloga que me mando a ese lugar y la estupidez que se me ocurrió decir para sacarme de un problema. Me da risa pensar en todo eso. Llegué al hospital intoxicado y cortado en las manos debido a un problema familiar me dejaron hospitalizado un día y al amanecer del día siguiente una psicóloga me hizo unas preguntas sobre porqué yo había hecho eso y le dije que era porque unas voces en mi cabeza me lo ordenaron. Al rato me trasladaron a un hospital mental llamado REMY, yo pensaba que era un hospital normal hasta que me dejaron solo y las personas que estaban allí actuaban de manera misteriosa y muy rara. Después de dos días me mire en un espejo y el fuego que tenías en los labios también se pegaron en los míos y me dolía un poco pero a la vez no quería que se me quitara nunca porque sentía una parte de ti en mí, Mi dulce princesa extraño tus besos sabor a fresa, tu mirada y esos hermosos ojos que parecían dos planetas, los dos más hermosos planetas que nunca haya visto. Te acuerdas cuando nos acostamos en mi cama con la luz prendida y veíamos abrazados el techo del cuarto y nos poníamos a pensar en cómo serían nuestras vidas en dos días, en dos meses, en 5 meses, en 5 años, en 20 años…, mi dulce princesa extraño cuando sacamos tu perro a caminar un rato y en ese mismo día me enseñaste la nueva casa donde ibas a vivir. Tu perro me miraba como siempre me mira, con una cara como de te voy a matar o te voy a morder. Kody también te extraño, extraño cuando me ladras en el momento que voy a salir de la casa o cuando voy a volver, pero cuando entraba con Mi dulce princesa te quedabas callado, quieto. Cuando hacías eso también la mirabas a los ojos y me ponías a pensar en si ella también era tu planeta, tu estrella mejor dicho tu mundo. Si lo sé ella es mi mundo lo mejor que me ha pasado en esta vida. Hoy me llegaron con un chisme, un amigo del lugar donde yo vivo dijo que Mi dulce y hermosa princesa se convirtió en la dulce y hermosa princesa que engaño su príncipe, llevo días sin dormir, sin poder comer bien, mi sombra se perdió y no volvió a casa y mi soledad en este lugar esta triste por no poderme abrazar, quiero llorar, quiero reír, la distancia hace que quiera volver ahora mismo y eso haré, espero que no me hayas olvidado y que lo que me hayan dicho no sea verdad voy de camino hacia ti, espero encontrarte en el castillo en ese castillo donde todos los sueños están en el techo de la habitación.
Me pongo en la ardua tarea de empezar a escribir en una hoja de 24 x 23 de rayas azules, de las grises ya no hay. Los espacios entre ellas estan en blanco, esperando, esperándome.
¿Qué escribo? me pregunto, lo que me gusta, lo que no, cómo me siento, café me digo, me siento café medio muerta medio viva, cuerda y perdida, esperanzada, pensativa e ida. Es como si me tuviera atada a una cuerda que yo sostengo y manipulo, me ahorco me dejo sin aire y tambien libre.
No puedo escribir eso ¿qué pensarán de mi? que me muero y a último segundo me inyecto adrenalina, me lleno de vida para exprimir mas tarde, me dejo, me encierro y empiezo a quejarme de los nudos, de las fotos, de los que beben, de los que cojen, de los que sueñan, de los que aman y ahí casi cerrando los ojos me atrapo soñandome tomando un té en la salita.
Me retoco, me acicalo, me lleno de adornos y no los uso después, me sueño, me crezco, me limpio y me dejo secar, dejo que el sol me extienda, me coma, me trague, se esconda en mi espalda, me ate los zapatos y me deje completa.
Me escribo contenta, con las manos entrelazadas y los dedos gordos escondidos, que si me pongo el reloj, que si me tumbo, que si lloro, que si rio, que si me gusto, que si me odio, que si me hago mi amiga, que si me baño a las 3, que si le escribo.
¡Ay! me perdí, empecé en mi y termine en él, me comi al menos 13 letras sin contar las vocales y concluyo la dura tarea con la perorata de amarse uno mismo y cantar con Jose Carlo , cambio un poco aquí y allá el él por un tu y a todos les asusta, el mi por ella y a todos les fascina.
Me has cerrado los ojos. No puedo ya verte a través de la espesura incendiada que nos separa. No. No. No puedo.
Lejanía de tarde rota. Gris de bombilla enceguecida. Tus pasos resuenan como granizo en mis oídos de loba herida, huérfana de manada.
Aulladora de soledad quemada, espiro hielo que hiende mis recuerdos. Perdida en mi colina, lanzada al espacio sideral y sordo, doy vueltas y vueltas. Pero no puedo...
Te has ido. No. ¡Mis pasos sin sonido! No. No. Ciega de ti, envuelta en humo, detenida, deshecha, como ceniza arrastrada de ola en ola… No. Desde la boca de un pez, encallada en la arena te grito: ¡Estoy aquí! Óyeme. Te amo. Aquí. No puedo.
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación y ofrecer contenidos y publicidad de interés.
Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestrapolítica de cookies. Aceptar