Tu pupilas es azul, y cuando lloras,
su claridad suave me recuerda
el trémelo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
¡una perdida estrella!
XIV
T e vi un punto, y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura,oelada en fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.
Adonde quiera que la vista fijo
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada:
Unos ojos, l...
Como la brisa de la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga;
sínbolo del dolor y la ternura,
del bardo inglés en el horrible drama,
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa.
(7)
¡Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada;
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa!
¡Ay!- pensé-.¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como L&a...
Espíritu sin nombre
indifinible esencia,
yo vivo en la vida
sin formas de la idea.
Yo nado en el vacío
del sol tiemblo en la hoguera
palpito entre las sombras
y floto en las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy del astro errante
la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares,
y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas,
y en las ruina hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpgo,
y rujo en la tormentena.
Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda our...
Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;
brillante rienda de oro
que poderosa enfrenta
de la exaltada mente
el volador corcel;
hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit;
inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;
armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás;
cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleaza plástica
añade a la ideal;
atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción;
raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga;
oasis que al espiritu
devuelve su vigor...
&ie...
Yo sé un himno gigante y extraño
que aununcia en la noche del alma una aurora.
Y estas páginas son de ese himno
cadencia que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerarlo, y apenas ¡oh hermosa!
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Una mujer me ha envenado el alma,
Otra mujer me ha envenado el cuerpo;
Ninguna de las dos vino a buscarme,
Yo de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
Envenena a su vez, ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me diron?
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Los invisibles átomos del aire
en rededor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran...¿Qué sucede?
¡Es el amor que pasa!
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Este armazón de huesos y pellejos, de pasear una cabeza loca se halla cansado al fin, y no lo extraño, pues, aunque es la verdad que no soy viejo, de la parte de vida que me toca en la vida del mundo, por mi daño he hecho un uso tal, que juraría que he condensado un siglo en cada día. Así, aunque ahora muriera, no podría decir que no he vivido; que el sayo, al parecer nuevo por fuera, conozco que por dentro ha envejecido. Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella! Harto lo dice ya mi afán doliente, que hay dolor que al pasar, su horrible huella graba en el corazón, si no en la frente.
Parece aquello que tanto deseas, parece. Lejos y entre los árboles de la intrincada selva, ¿no ves algo que brilla y llora? Es una estrella. Ya se la ve más próxima, como a través de un tul, de una ermita en el pórtico brillar: es una luz. De la carrera rápida el término está aquí. Desilusión. No es lámpara ni estrella la luz que hemos seguido: es un candil.
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