Te veo quitándote el vestido,
que trajeada de noche
te engalanó de estrellas,
y admiro tu cuerpo fulgurante
despuntando el horizonte.
Te identifico, entonces,
y caigo en cuenta que eres tu:
hermosa madrugada.
Desde allí, muy cerca, en la distancia,
escucha mi embelesado corazón
la ternura de sus voces párvulas
en confusas pero audibles lenguaradas
productoras de hilaridad y de sosiego.
Por cuenta de la magia de amor filial,
sin entenderlos les entiendo
las conversaciones son diáfanas y fluidas
se eliminan distancias y se acercan sentimientos.
Un click del teléfono acaba el hechizo
se constriñe y se arruga el corazón entristecido
afloran entonces la añoranza, y la nostalgia
ante la inexorable realidad de la distancia.
Están cerca de mi corazón, pero están lejos.
Amar con pasión dos veces,
no es falacia ni querer repetido,
es nuevo frenesí que amanece,
cuando en el tiempo vivido,
el primer amor desvanece,
y el corazón conserva brío.
No reemplaza un amor a otro,
amores ciertos no tienen sustituto,
es de ellos principal atributo,
edificar sobre lo que ya está roto.
Llora mi alma triste, pero no destrozada,
está, por un golpe, estremecida no destruida.
Se derrumbó una ilusión, no la esperanza,
se aferra, ahora, a la fe, al amor y la templanza.
Llora alma, que tu llanto desahoga y fortalece,
no desesperes, que tu afán se vuelve mío,
saca más bien casta, donaire, y confianza,
que ya retornará esa ilusión diluida en un suspiro.
Ricardo Buitrago C
Carga la lengua fama de viperina,
y la viperina no es ella sino el alma,
porque el alma cuando no tiene calma,
ímpetus y pasiones no domina.
La lengua no se hizo para pensar,
es ella del alma solo instrumento,
espeta sabiduría o puro cuento,
dependiendo de lo que le mande hablar.
Es la lengua del alma un reflejo,
y cuando de ella salen estridencias,
tiene el alma enfermedad de conciencia,
cuyo diagnostico se ve en ese espejo.
Ricardo Buitrago C
Siguiendo tradición, de antaño,
te expreso deseos del corazón
pero no les pongo medición,
circunscribiéndolos a un año.
Te auguro un feliz cada día,
allí los años nuevos empiezan,
fijando propósitos que embelesan,
y entierran pasados con porfía.
En el diario vivir están amor y dicha,
ellas labran solas venturoso futuro
y apartan incomodas desdichas.
Felicidad, entonces, pero no cada año.
Los plazos largos no garantizan presente
el día, a día, sí, es realidad de hogaño.
Ricardo Buitrago C
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