Las huestes innumerables,
los pendones y estandartes
las banderas,
los castillos impunables
los mures e baluarte
las barreras,
la cava honda chapada,
o cualquier otro reparo
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.
Aquel de buenos abrigos,
amado por virtuoso
de la gente,
el Maestre don Rodrigo
Manrique tan famoso
y tan valiente,
sus grandes hechos y claros
no cumplen que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros,
pues el mundo todo sabe
cuáles fueron.
Pues su hermano el inocente,
que en su vida sucesor
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
que le siguió!
Mas como fuese mortal,
metióle la muerte luego
en su fragua,
¡Oh juïcio divinal!
Cuando más ardía el fuego
echaste agua.
Pues aquel gran Condestable
Maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que d'el se hable,
sino sólo que lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?
¿Que fueron sino pesares
al dexar?
Pues los otros dos hermanos,
Maestres tan properados
como reyes,
c'a los grande...
Dexemos a los troyanos
que sus males no los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias.
No curemos de saber
lo de aquel siglo pasado
que fue d'ello;
vengamos a lo de ayer
que tambien es olvidado
como aquello.
¿Que se hizo del rey don Juan?
Los infantes de Aragón,
¿qué se hicieron?
¿Que fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como truxeron?
Las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e cimeras
¿fueron sino devaneos?
¿Que fueron sino verduras
de las eras?
¿Que se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Que se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amad...
Los estados y riquezas
que nos dexan a deshoras,
¿quién lo duda?,
no les pidamos firmeza,
pues que son de una señora
que se muda.
Que bienes son de Fortuna
que revuelve con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni ser estable ni queda
en una cosa.
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño;
por eso no nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleites de acá
son en que nos deleitamos
temporales,
y los tormentos de allá
que por ellos esperamos,
eternales.
Los placeres y dulçores
d'esta vida trabajada
que tenemos,
¿qué son sino corredores,
y la muerte es la celada
en que caemos?
No mirando a nuestro ...
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél,
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Y aún el Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nascer acá entre nos
y vivir en este suelo
do murió.
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos;
que en este mundo traidor
aún primero que muramos
las perdemos.
D'ellas deshace la edad,
d'ellas casos desastrados
que acaecen,
d'ellas por su calidad,
en los más altos estrados
desfallecen.
Decidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura
cuando viene la vejez
¿cuál se para?
Las mañas y...
Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
A aquel solo me encomiendo,
a aquel solo invoco yo
de verdad
que en este mundo viviendo,
el mundo no conoció
su deidad.
Este mundo es el camino
para el otro qu'es morada
sin pensar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos
y llegamos
al tiempo que fenecemos
así que cuando morimos
descansamos
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
como se viene la muerte, tan callando:
cuán presto se va el placer
cómo después de acordado
da dolor,
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Y pues vemos lo presente
cómo en un punto es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que durço lo que vio,
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el mori:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos...
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