 | Alguien subió la cuesta y se perdió en los giros de la calle; alguien entró, se sentó y pidió una cerveza fría y dos sardinas asadas; alguien subió al tranvía, miró por la ventanilla y ya no volvió. ¿Quién es esa sombra que ríe descaradamente y va regalando escarapelas a su paso? ¿Por qué caminos irá marcando sus huellas la luz que opaca el reflejo del sol? ¿Cuándo volverá a ser niño el viejo que atesora amaneceres? Alguien pidió un refresco para beber con pajita; alguien estornudó porque caminaba descalzo; alguien se acostó temprano y no pudo conciliar el sueño. El payaso se quitó la gran nariz de color rojo; el político se pintó la cara y se vistió de mimo; el tahúr se disfrazó de cura y el monje olvidó su hábito. Alguien me preguntó por una playa solitaria; alguien la encontró escapada de un mapa... Las manos juntas, de cara al mar mirando la ancha bahía, tú y yo en eterna caricia, desafiando temporalidades vamos, mojados los pies en la sal del Mediterráneo; dibujando huellas y borrando utopías que se desgranan frágiles, en brazos de la realidad. De cara al mar, los oídos atentos al gemir del siroco, los ojos soñando con mundos nuevos, que por viejos ya vivimos, que sin añorar anhelamos recorrer en singladura diferente. Las manos juntas, de cara al mar, empeñados en retener la espuma viajera, recuerdo permanente de dos, que somos nosotros, que tienen por casa el mundo y en el mundo, de cara al mar, levantando el rostro, atrapan en cada atardecer, un mañana de yodo y sal. ... ¿Alguna vez buscaste flores en las nubes?, ¿contemplaste los espejos de cristal que las olas deshacen en la orilla? El café se derramó, la silla se inclinó y las nubes no tienen flores, ni hay cristales en los mares. ¿Has percibido el silencio de los truenos?, ¿espiaste en algún amanecer el sueño del horizonte? Las sábanas están arrugadas, el agua dejó de burbujear y los truenos rugieron, en una noche de camas deshechas. ¿Acaso has bailado en pijama sobre la cúpula de un campanario? ¿No corretea tu mente, divagando enredada en vaguedades? No te azores, sé que no has prestado atención, ………………….. ¿repito las preguntas?
Cuando los sonidos se desvanecen atenuando tintes imaginarios, las risas dibujan odas y las voces cantan arcoíris riendo en un enjambre de mariposas, es entonces cuando ha llegado el momento de adivinar el cielo y el mar para sentir los bisbiseos del azul, escuchar el cincel labrando olas y ver las nubes cabalgando el tiempo. Es el momento de la magia, cuando se hace posible oír los colores y pintar la esperanza.
Pintaste mi rostro con palabras silabeadas desde pinceles de letras y paletas de cristal. Con hebras de luna dibujaste mis cabellos y detrás de cada pupila hiciste el ámbar centellar. Déjame amarte artífice de dulce retórica; esboza mi corazón moldeando su palpitar; tú que acuñaste sofísticas palabras tatuando en mi alma el ansia de la violeta, por florecer en rosa y ser fuego. Alcánzame una charca que la lluvia haya modelado con lágrimas de diamantes y destellos de sueños, déjame ver tu obra terminada, regodearme en ese yo, que un día hiciste posible, trepando en nubes de rubíes reflejadas en un atardecer; que delineaste con tus manos cuando en un suspiro, dijiste que me soñabas. ... Me despertó el amanecer silbando trinos en mi almohada, una noche sin murmullos había dormido los instintos, acallando eufonías en un indulgente letargo. La lluvia bostezaba avivando en aguacero; un río guardado en un cuenco balbuceaba entre algas, mientras el viento aún entumecido, se escabullía por las grietas. Desperecé un nuevo día, atizando la laxitud de los miembros, emplacé las asonancias tempraneras, bostezando apatías y renegué de falsas molicies acurrucadas entre dormivelas. El trueno hiere los tímpanos, machacan los yunques de Vulcano, divulgando el desguace de mundos. Marchan desde el horizonte, las columnas de nubes intimidadas, destilando su blanca oscuridad. El silencio se refugia en un maremágnum de lamentos, baladros de tempestades acalladas en el reposo, día, noche; desde aquí, por allá; sosiego ... Atrápame en tu ayer, déjame corretear por tus caminos, los que te vieron reír, en los que aprendiste a llorar y conjugaste el verbo amar. Quiero esconderme en el hueco de tus recuerdos y desvanecerme en tus sueños, infinito el tiempo en el pasado, fuga de olvidos reteniendo presencias. Codicio golosa tu llegada, ávida de tus noches, ahíta de tus sueños, de las palabras dichas en silencio y de los silencios ignorados. Atrápame hoy, no dejes que el mañana se esfume, atrápame en tu ayer, déjame diluir en tu pasión; breve el infinito del después. .
Invocando las noches del pasado, encuentro remembranzas que se deslizan por corrientes claras, que se repliegan en las presas turbias y vuelven a iluminarse, porque se lavan la cara en manantiales. Presencias olvidadas que se recuerdan, ingratitudes que se veneran y lealtades que se agitan perennes, volcándose solícitas en la sugerencia de un atolondrado descuido, que llama a una puerta con aldaba de bronce. Retrocede el pensamiento discerniendo estaciones y espacios, la imaginación acuna insignificancias entrelazando verbos que no se conjugan; noches… días… el tiempo pierde importancia y el ayer y el hoy quedan enmarañados. Traigo a la memoria lo vivido, invocando fantasmas desdibujados en nostalgias, prescribo los recuerdos ¿de qué año? hoy será ayer, mañana será pasado, ¡bienvenida tozuda memoria! ahíta d... Como el aleteo de las alas brillantes de una mariposa, semejante al gorjeo de la alondra cuando el sol se inclina sobre el horizonte, dulce como el perfume de las madreselvas en primavera, trémulo en su atrevimiento quedó atrapado en nuestras bocas un beso apenas esbozado, caricia de los labios, difuminada, casi oculta entre los susurros de un, 'te quiero'.
La luz del amanecer atenúa las curvas que entrelazan nuestros cuerpos, atrás quedó la noche, maestra de mil sueños de vida difuminados en compartido secreto. Luz que pugna por acceder al placentero recinto donde tu aliento se impregna del mío, donde mi transpiración se hace tuya. Es la hora en que los párpados resisten, invocación al día que aguarda. Aún es momento del silencio, del roce apenas perceptible de tus labios, del deseo siempre presente, esclavo sumiso a la ternura escapando de pasiones para hacerse eterno. | |  |