Te quiero cuando me mimas, Te quiero si me rechazas. Te quiero, porque te quiero. Sin importar lo que hagas. Te quiero cuando suspiras Y te quiero cuando hablas. Te quiero si estás alegre Y también cuando te enfadas. Te quiero si estás presente, Te quiero cuando te marchas, Te quiero con la certeza, Te quiero sin esperanza. Te quiero cuando me olvidas Y también cuando me llamas, Te quiero a la media noche, Te quiero en la madrugada, Te quiero todas las horas, Eres el reloj de mi alma. Te quiero porque te quiero Sin importar lo que hagas. ¡Eres todo lo que tengo! ¡Y todo lo que me falta!
Amor, pasión primera de mi vida que acaba, Torrente de alegrías, fuente de desencanto, Lugar de eterno duelo e infinito quebranto, Fuego de las entrañas, que en el alma se graba. Por ti, levanto vuelo hacia ignotas regiones, Mundos desesperados de tu fatal dolencia, Donde naciendo mueren, todas las ilusiones, Amor, ¿por qué no tienes de mi dolor clemencia? ¿Acaso a ti no llega la angustia que me aqueja? ¿Por qué ya nada colma, del alma los antojos? Brotando incontenible, de mis ojos el llanto. ¿Por qué, hasta la belleza despierta mis enojos? Y el más hermoso canto, lo trunca amarga queja, ¿Por qué? dulce tormento, ¿por qué te busco tanto?
He aquí unos versos, de metro libre y rima escondida. Pero, aferrados a la expresión de un sentimiento
Érase una chiquilla De ojos color de miel. Tenía fuego en la sangre Y había hielo a la vez Su sonrisa era dulce Y en su ceño había hiel, Su querer me dio todo Y todo me entregue. Fue mi Dios, fue mi dicha Y mi dolor también, Sin morir, subí al cielo Y al infierno bajé. Érase una chiquilla De ojos color de miel Que por sentirse amada Se convirtió en mujer.
En la noche silenciosa, cuando todos los rumores Se refugian bajo el manto generoso de la sombra, Apareces en mi mente, en el alma que te nombra Y en el eco de mi grito, que te busca; hay temores Que me agobian y de paso, agigantan mis dolores Infinitos que hacen viva, la presencia de tu ausencia. Y mi vida como noche sin estrellas, se ennegrece Y mi labio que te llama con urgencia, enmudece Y me tiemblan las rodillas y las manos que al cerebro No obedecen, pobres ramas de este árbol otoñal Que aún espera revivir con la savia del amor, Con tu llegada, con la dulce calidez de tu llamada. Y en el loco paroxismo de mi beso, va el espíritu poseso Del fulgor de tu recuerdo, a quemarse en el fuego de tu llama, Cuánto sufre… ¡Cuánto goza el sufrimiento, quien te ama! ...
En esta noche negra en que fenece mi alma, Cuando ya nada brilla sin la luz de tus ojos, El camino que resta, está lleno de abrojos. Inútil la esperanza, cuando el amor no llama. Es mi alma llanura, do cabalga la pena, El corazón morada, donde un dolor anida. Es triste la nostalgia cuando se va la vida, Duele más el recuerdo, si es al fin de faena. Todo hoy, se acabo. Sólo la nada anhelo. ¿Es acaso vivir? este dolor en que me muero. Ven pronto muerte, por favor ven, que no me ofusco. Sólo, un total descanso es lo que de ti quiero Mirándote de frente, ya sin temor, espero. Cumple con tu deber, ¿si no lo haces? ¡Te busco!
He procurado que este Soneto sea un Poema 'asexuado' me inventé la palabreja, que pueda ser recitado,cantado, sentido, regalado por hombre o mujer. Pretendo con ello mostrar la universalidad del sentimiento. Hoy he sufrido más, cariño mío, Porque mi corazón está desierto. En un erial se convirtió mi huerto Y está en el alma, entronizado el frío. Hoy he sufrido más, porque en la vía Ya no llega a tu norte mi camino. Hoy he llorado más, porque el destino No me quita la vida todavía... Hoy he llorado más, porque he sentido La ausencia de tu alegre primavera. Toda ilusión se convirtió en quimera La vida, va perdiendo su sentido. Ya el corazón, lamenta su latido. Y es tan sólo un dolor, ¡la larga espera!
La técnica hace versos. Pero, sólo el sentimiento creador es poeta. Como la luz de nueva madrugada Tu retorno feliz, calmó la pena. Sólo canto de amor el alma llena, Poniéndole final a mí condena Después ya la ausencia destronada Despiertos los deseos, encendidos. He de darte mí bien por tu llegada, Todos mis dulces frutos escogidos.
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