*
Y allí se quedó él
con sus ojitos vidriosos
una mueca triste en el rostro,
sin saber ni comprender
por qué la navidad
lo hizo tan bruscamente crecer.
Sintiendo un dolor tremendo
algo como una espina
que no dejaba de clavarle el pecho.
Él con apenas ocho añitos
esperaba recibir dulces
una pelota, o un carrito;
Pero, papá y mamá discutieron,
esa noche ni comieron
solo fueron alegatos,
frente a él, se lanzaban los platos.
Su corazón tan pequeñito
apenas resistía tanto sobresalto,
la comida y la bebida
pasaron a segundo plano,
con horror observaba
que la blanca noche
se hacía cada vez más oscura.
La comida no entraba,
su garganta se cerraba,
la sal del llanto
rojo intenso sus ojitos tornaba:
Pero a mamá y papá
eso poco le importaba.
Un ruido tapió sus oídos,
...