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Estás en: Poetas noveles Somos hijos de la tierra, y de la misma tierra herederos; somos hijos de la vida, y de la misma vida verso. Herederos de una misma luz, aunque el hombre cierre puertas y levante asombrosas tapias, que nos impidan vernos y besarnos. Descendientes de un mismo cielo, y ascendientes de un misma vía, la de ser peregrinos hacia lo eterno, la de ser marineros hacia el cosmos. Hermanemos esta tierra, que es de todos y de nadie: De todos porque es donación, y de nadie porque es del Creador. En la morada hemos de acoger y recoger a los últimos, a los que nada tienen, y lo tienen todo; no importa el color y sí el calor, porque tienen la energía de ser, que es lo más níveo y noble. Clamo por una tierra a golpe de latido y no de látigos. Reclamo la sonrisa en el llanto, la mano tendida en el pobre, la aurora luminosa en la noche, la fuerza del amor en el camino. Y todo ello por conciencia, conciencia a una existencia, a una existencia más humana, más humana y hermana, más hermana de darse la mano. Porque darse la mano entre personas, es como entregar el corazón a cambio de nada, sin esperar otra respuesta, que la respuesta de la tierra, repuesta en poesía, puesta en amor. Demando, pues, mejor savia para el inmigrante amigo, que es amigo y no enemigo. Pido desterrar mazazos y amenazas, no es un invasor que nos desplaza, ¡es una persona que nos crece!. Hagámosle entonces sitio, que también ésta es su casa: Y en la casa de Dios todos caben, y en la casa de Dios todos entran, porque en la casa de Dios nadie sobra. |
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