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Luz de los ojos (IV)

ver las estadisticas del contenidorecomendar  contenido a un amigo
Enviado (04/09/2013)Enviado porhomero52-
(10)

Dejadme besar las alas
de esta linda mariposa;
dejadme bañar en el río
con esta ninfa pizpireta
que me mira y remira;
y yo en ella veo la luz
de unos ojos prístinos.
Dadle al gnomo las alas
del horrendo murciélago,
al elfo el arco de nogal,
y llevadle a la bella moza
del duende del bosque,
esta rueca de madera de pino,
construida por aquel genio
que no lo fue del aire,
mas sí del espíritu. Yo,
la reina de las hadas,
conocedora del talante
de la dignísima Ofelia,
me reclinaré en este lecho
de flores olorosas y, de noche,
danzaré con vosotras,
dulce cortejo de hadas.
Despertadme cuando
las libidinosas luciérnagas
despidan esa fosforescencia
de color blanco verdoso.
Mientras tanto, entreteneos
y dad rienda suelta
a vuestras fantasías.

(11)
Instantes de fulgor,
luz de tiempos primigenios,
preguntas, respuestas...
duda y tempestad.
El espíritu naufraga;
los pretextos, ¿qué son ante la razón
y el profundo abismo de los milenios?
El mundo que nos rodea
mantiene un pulso
con nuestro espíritu,
el cual rechaza los senderos
escabrosos y sin esperanza.
El poder, el conflicto,
lo mudable y la belleza
caracterizan nuestro orden:
el gran Teatro del mundo.
Unos son mudos espectadores;
otros actúan sin disciplina;
y los menos señalan la espina
de la selvática rosa.
Una antorcha, sí,
para iluminar nuestro camino,
una brújula para orientarnos,
unos libros de sabiduría antigua,
y una libreta para ir apuntando
lo que acontece y las hondas reflexiones.
“Ser o no ser, ¡he aquí el problema!
¿Qué es más elevado para el espíritu...?”.
Sepultad el tedio,
dadle un puntapié a la ignominia,
aherrojad la hipocresía,
y que no veamos en torno nuestro
la insoportable vanidad de pavo real.
No abrazaré a los monstruos
de las horrendas tinieblas,
ni permitiré que el mal
anide en mi desesperación.
Zarpa ya mi velero;
voy a reunirme contigo
inevitable Muerte.

(12)
Ya no sé por qué océanos navego,
ni si me toparé con el fiero vórtice
de la desabrida desesperanza.
Mas dicen los libros sacros
que hay un tesoro en el Cielo;
y yo no puedo dejar de ser pirata.
Ya mis fugaces sombras
van sellando el abrazo
con los gusanos aborrecibles
que de mí no dejarán memoria.
Mis proyectos, los ensueños,
mi poderosa imaginación...
¿dónde recibirán, inacabados,
el frío beso de la Muerte?
He dormido y soñado con poemas
que son de otra condición;
hastiado del mundo me refugié
en una morada habitada
por tristes y alevosas sombras,
por quejidos, por lamentos...
por el traidor desaliento.
Sólo espero morir en rebelión,
atizar la lacra de la desigualdad social,
y, sin aspavientos,
volcar mi desilusión en torno
al mundo conocido.
Otro pudo ser, mas no fue;
como en Hamlet late la venganza,
la acción como resultado del análisis
acerca del ser y del no ser.

Extracto del libro: "Luz de los ojos"
Juan-José Reyes Ríos
web: http://www.galeon.com/jjreyesrios
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