¡Síguenos!
RSS Subscríbete vía e-mail
RSSContador de Suscriptores de Winred
BoletinesSuscríbete al boletín
Ya somos más de 34561 suscriptos!
Usuario - - Acceso de Usuarios
Viernes - 29.Marzo.2024

Estás en: Poetas noveles

Marcela y Carlos

ver las estadisticas del contenidorecomendar  contenido a un amigo
Enviado (01/11/2010)Enviado porJose Ramon Muñiz Alvarez-





























José Ramón Muñiz Álvarez


"MARCELA Y CARLOS"


(JUGUETE CÓMICO


BREVÍSIMO)


 


MARCELA, mientras CARLOS, su marido, permanece en silencio, canta un hermoso villancico, mientras lava ropa en el interior de la casa:


 


MARCELA-.Se van ya los montañeros

nuevamente a las montañas,

yéndose a las viejas brañas

por los estrechos senderos.

Los rebaños por linderos

inhóspitos han pasado

cuando, el invierno acabado,

llega el sol con sus calores,

que es cuando todo son flores

y crece el pasto apropiado.

Los montañeros caminan

hacia las altas montañas,

que tienen allí sus brañas

y su ganado examinan.

Por las sendas que se empinan

van llevando a su ganado,

cuando, el invierno acabado,

llega el sol con sus calores,

que es cuando todo son flores

y crece el pasto apropiado.


 


Ruido de lluvia. CARLOS, dirigiéndose a la ventana, mira con paciencia y desesperación.


 


MARCELA-. Siento la voz del aliento

del viento que alegre vuela

y el granizo, cuando hiela

y llega del firmamento.

CARLOS-. Siempre es quitarnos contento

lo que las lluvias pretenden:

tan pronto su furia encienden

como cesan repentinas.

MARCELA-. Raras cosas imaginas,

CARLOS-. Materias que otros no entienden.

No se ve la luz del día

y la lluvia es abundante:

para a pensar un instante

lo que trajo la sequía.

MARCELA-. Pensarlo me deja fría…

¿No se secaron los prados,

no murieron los ganados

y hubo quien lo perdió todo?

CARLOS-. Si seguimos de este modo,

nos veremos desterrados.

MARCELA-. Mas tú has pagado los pechos

a don Beltrán, tu señor.

CARLOS-. Grande nos hizo el favor,

a pesar de sus derechos:

se secaron los barbechos

y supo esperar dos meses.

MARCELA-. A veces son los reveses

terribles para el labriego.

Pero lo pagaste luego,

aunque fue con intereses.

CARLOS-. Los intereses, Marcela,

hay que saber arreglarlos.

MARCELA-. Pero bien lo hiciste, Carlos,

que es lo que más me consuela.

Y no niego que me duela

lo que le ocurrió a otras gentes:

con tantas deudas pendientes

se quedaron, pues, sin nada.

CARLOS-. Pues aguarda a la invernada,

que debemos ser prudentes.

Se pone la vida dura

para el infeliz villano,

para el siervo, el hortelano

y el labriego que se apura.

MARCELA-. Pero yo vivo segura

de que todo saldrá bien.

CARLOS-. Mientras los vientos estén

tan revueltos no lo creas.

Y ya sé que tú deseas

lo que yo mismo también.

Mas piensa que los señores,

aun con toda su nobleza,

sólo piensan en riqueza

y no hacen nunca favores.

Pues se saben los mejores,

como mejores que son,

nunca tienen corazón

con quien los campos trabaja,

porque come una migaja

solamente por ración.

Si después de lo ocurrido

el tiempo no mejorase,

haremos el equipaje,

dejaremos este nido.

MARCELA-. Tú no te des por vencido.

CARLOS-. Pero ¿qué se puede hacer?

Escúchame bien, mujer,

dicen que en Extremadura

no les es la vida dura

a los que saben qué hacer.

MARCELA-. Pero el moro está muy cerca.

CARLOS-. No es el moro lo peor.

Si hay que pagar a un señor,

mala cosa, y no seas terca.

Me han hablado de una alberca…

MARCELA-. ¿Quieres, entonces, partir?

CARLOS-. Mejorar quiero y vivir,

que aquí no tenemos vida.

MARCELA-. Pues yo no estoy decidida.

CARLOS-. No hay nada que decidir.

Si no va bien el invierno,

dejaremos esta zona,

puesto que nadie perdona

la deuda del desgobierno.

El corazón tengo tierno,

pero la vida endurece.

MARCELA-. Pues dime lo se ofrece

en esas tierras lejanas.

CARLOS-. Siempre discutes por ganas.

MARCELA-. Tu cabeza se enflaquece.

CARLOS-. En esas lejanas tierras

cuentan que mucho se lucha,

pero hazme caso y escucha:

no nos importa la guerra.

Una bonanza se encierra

en esos bellos lugares.

Dejaremos estos lares,

buscaremos otro abrigo,

pues allí cuento un amigo

que tiene dos muladares.


 


Concluye la discusión y ella vuelve a seguir lavando.


 


 


 


MARCELA-.Se van ya los montañeros

nuevamente a las montañas,

yéndose a las viejas brañas

por los estrechos senderos.

Los rebaños por linderos

inhóspitos han pasado

cuando, el invierno acabado,

llega el sol con sus calores,

que es cuando todo son flores

y crece el pasto apropiado.

Los montañeros caminan

hacia las altas montañas,

que tienen allí sus brañas

y su ganado examinan.

Por las sendas que se empinan

van llevando a su ganado,

cuando, el invierno acabado,

llega el sol con sus calores,

que es cuando todo son flores

y crece el pasto apropiado.


Telón

Compártelo:meneamedeliciousgoogle bookmarkstwitterfacebooktumblr
Vota:
Resultado:
(1 votos: promedio 5 sobre 5)
COMENTARIOS
Añadir nuevo comentario como [conectarse]
0 Caracteres escritos / Restan 1000
Resuelve esta operación: dos x ocho = 
Esta web no se hace responsable de los comentarios escritos por los usuarios. El usuario es responsable y titular de las opiniones vertidas. Si encuentra algún contenido erróneo u ofensivo, por favor, comuníquenoslo mediante el formulario de contacto para que podamos subsanarlo.
ir arriba
v.03.15:0,656
GestionMax
Novedades   Contacto   buscador   Mapa web   

Uso de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestrapolítica de cookies. Aceptar