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MARTINILLOS
Menos ladrón que pirata,
más que pirata mezquino,
mozo es que gusta del vino,
si alegre el secaño mata.
Y en sus aguas se retrata,
a costa del tabernero,
el insigne Martinillos,
el alegre pendenciero.
Famoso es en mil condados
por su crédito infinito,
que no existe algún garito
donde pague sus ducados.
Por lugares apartados
siempre pide su dinero
el insigne Martinillos,
el mendigo sin esmero.
Si, por amores dichoso,
dice servir los amores,
como tantos amadores,
es del amor melindroso.
Menos es noble que hermoso.
y en el amor embustero,
el insigne Martinillos,
el famoso aventurero.
Presuntuoso, la gorguera
arregla con gran cuidado,
sobre el más caro brocado
que en remiendo se rindiera.
Que el amor de una ramera
hoy lo torna en caballero
al insigne Martinillos,
al ilustre costurero.
Pero, siempre despeinado
se le ve cada mañana,
que la aurora soberana
nos lo tiene maltratado.
Y es por el vino catado
que anda siempre sin esmero
el insigne Martinillos,
conocido majadero.
No lo sigue la justicia
por pícaro redomado,
pero teme ser colgado,
si la soga lo acaricia.
Y, si el dinero es albricia,
es valiente bandolero
el insigne Martinillos,
el bandido mosquetero.
Y lo saludan las gentes
por señor de la barriada,
pues ama a una descarriada
con sus ojos indulgentes.
Mas no son benevolentes
con el pobre barrilero,
los ojos de Martinillos,
el borracho pendenciero.
José Ramón Muñiz Álvarez
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