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Enviado (01/03/2008)Enviado porsamuel1-
Etiquetas: Samuel Akinin
Sacuden palabras mi mente
como del mar baten las olas
Presiento razones externas
que hacen meditar mi condena
Y mientras, me hago preguntas directas
¿Son injustos los dolores del alma?
Acaso no se premia al drama
Surge una pregunta, viene otra
Suceden imágenes cotidianas
que me hacen reconocer las penas
y al revelarlas, ahora, en retrospectiva
ocurre, de que nada fue tan grave,
los dolores ya pasados se olvidan.
Mientras nos quedan las alegrías,
hoy quiero agarrarme a ellas,
a momentos que alimentaron risas
a instantes que mostraron el cielo
para con ellos recuperar mi alegría,
para con ellos, saber lo que quiero.
Cuando me siento triste
o al verme que estoy solo,
cuando hay gran tristeza
y para ser feliz no hallo el modo
paseo en la recámara dulce
donde dos seres se aman
recreo la película vivida
cuando estando contigo,
cuando hacíamos el amor,
cuando éramos coro de gemidos,
cuando tus besos con los míos
saciaban deseos, llenándose de amor.
Cada cuadro, cada instante
cada movimiento es una historia
que producía pactos con pasión,
era someter nuestros cuerpos
a un sentir divino, prisionero
Y tus brazos me cubrían,
tus labios me alimentaban
tus manos me descubrían
sensaciones que fueron gloria.
Tu oxigeno insuflaba
los más grandes deseos.
Y todo tu cuerpo invitaba
a leerte no una, de nuevo.
Tus dedos se paseaban
con libertad y silencio
imitando a mi lengua,
obedeciendo a mi intelecto.
Abrías surcos concéntricos
en el fondo de mi pasión
y de repente tu catarata
refrescaba mi acalorada piel.
Ya ves, miro los cuadros
la película pasada de ayer.
La veo de nuevo a ella
y genero en mí un cambio.
Torna el guerrero a la lucha
Pues hoy como pasó ayer
Debo ir en busca de ella
La que me enseñó cómo amar
Si, claro, me refiero a ella,
a ella, la misma mujer
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