Sin la indiferencia de mortales horas

Mientras dormía,
alma solitaria
en un ámbito de antorchas,
un disparo resonó en mis oídos.
Comoquiera que yo seguía pensando
y no sentía el corazón herido,
no era yo quien agonizaba,
quien lanzaba estertores de abismo.
Pero, ¿dónde estaba él o ella,
por qué no lo encontraba?
Dulces son los sueños que besan,
abominables los que te lanzan al vacío.
Después de tan descorazonada escena,
volaba cual pájaro celestial,
tal vez tocado por soplo divino.
Volaba y volaba sin cesar,
descubriendo fulgores, acentos,
músicas y raros zumbidos.
El día y la noche,
yo no sé por qué,
se acariciaban, se sonreían,
intercambiaban espíritu.
Los cuatro puntos cardinales
gozaban de inmenso amor,
extendíanse en un mar azul,
un mar que era refugio de mariposas,
refugio para la Belleza y Espiritualidad.
En él dormí plácidamente,
sin ecos amurallados,
sin sordos cortinajes,
sin la indiferencia de mortales horas.

Juan-José Reyes Ríos
Extracto del poemario “Fábula y poesía”.
Web: http://www.galeon.com/jjreyesrios