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Etiquetas: joel fortunato reyes pérez, cuento, ciencia ficción, dueños, cuerpo, comentario, naturaleza, aliento, libertad, años. EN LA HIPNOBLEPSIA: __Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ La noche llegaba suavemente todos los días acariciando el sillón y el cristal pintado en la ventana, en la paciencia de una flor congelada bajo la puerta; afuera, el viento agitaba el polvo arenoso y hacía ruidos con las ramas, y alambres por los techos esa primavera de vivo verde... Él bebía su libertad tras una mirada trágica y serena qué parece movida por hilos qué alguna divinidad invisible, y tal vez insensible se entretiene en situar en la más incom- prensible realidad con su acerbo amargor y melodía baladí. El visitante hace un gesto con el brazo extendido, y la mano péndula reteniendo la impaciencia de colores, y sonidos del dueño del sueño, de cama y cobija en tanto dice. El final es lento y progresivamente sorprendente, y las imágenes tenues de nítidos recuerdos, emotivos ciertamente, difíciles de entender en el polvo infalible acumulado por los años, dónde se degranan los crepúsculos bajo la frente espaciosa entre los labios rígidos de las palabras yertas... Se había cansado, y lo había abandonado, eso era todo. Aparentemente alrededor de cuarenta años a lo largo de arbustos sintéticos, y en el sigilo del astrobús molecular helicoidal de alta velocidad, carcana a los diez años luz por hora terrestre... Deseando a veces jardines cubiertos de plateadas fantasías de rosales dorados entre las brumas brillantes, y vivir en el agua de los proyectos logrados, fabricando acrílicas burbujas de armonía... Y pensaba en aquéllos qué no son dueños de sus cuerpos ni siquiera un porcentaje razonable de su mente mientras qué de amplias libertades gozo yo, en el silencio profundo se escuchaba... ¡Sí, claro, y frecuente! Al dejar atrás las obstrucciones de la razón lógica y dónde la meta verdadera es carecer de ella... Dejar libre la mente creativa en manos de la fantasía, y confiar en qué seguirá su propia naturaleza en la vertiente expresiva. Como la cigüeña qué toma un campanario llevando un cirio en el pico con el mar en sus alas y las nieves cálidas en las alturas escribiendo sobre los cielos con las estrellas submarinas... Así continuaba el monólogo deslizándose por los breves espacios neosinápticos y se codificaba sin rozarse cualitativamente con el juicio autocrítico, y de no intervenir los procesos en la cercanía, dónde sus rasgos propiciarían una asociación distorsionada o un comentario artificial aleatorio. En el espejo él observó su asombro. A veces herramienta indispensable para reducir el estrés mediante una respuesta emocional como la risa de expectativas, relaciones y todo aquéllo qué puede hacernos sentir en parte satisfechos y comprometidos... Tal vez con la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo. En los ambientes dónde la violencia asusta y la tecnología aisla... En éste episodio toda la realidad estaba a la defensiva, inclinó un poco la imaginación bajo un rostro ligeramente arrugado, y vistió su lenguaje para disipar ese temor con palabras... Así, con el aliento suspendido, y con un prolongado latido intrigante encontró el cadáver de su propio ser en la octava dimensión, en la mente sintetizadora qué permite elegir piezas desconectadas de información, darle sentido a las nuevas capacidades cómo en los cerebros cuánticos en la indeterminación de los fenómenos de propagación de la luz espiritual de la historia digerida, tan demasiado bien qué al alma pule. ___Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ |
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