| Vivir de esa forma es una forma de vivir Perdidos remanentes de nervios sueltos me tienen prendido. Son los nervios corretones y voraces amigos naturales y ocupones. Van camino aprisa más rápidos más que yo que les sigo. Van con aire de asueto al socaire de mi acierto. Yo los quiero parados secos amuellados. Van tirantes como guitas en la carne que me envuelve. Son motores, son los que hacen malabares movimientos sencillos que yo necesito. Son enfermos caprichosos temblorosos. Son aguijones en el ojo. Son raspones heridores de la sierra giratoria. Son mis nervios... ¡Vaya, pues, con ellos! Son y no lo parece. Están y no crecen. Una ráfaga airada impensada de una nueva mirada me sorprende de pasada al nacer cada mañana. Me ocurre a veces... Me sorprende la brusca vuelta de poder mirar al frente con los ojos sueltos del resorte que los mantenía inquietos. Y veo entonces cosas que son tales talismanes y socorros que quiero cogerlos a chorros apagando los desmanes de los coros infernales que me asaltan al volver. Me ocurre a veces en el cielo... Que son los aviones largos husos cuyos fuselajes suman continuos eternos, y parecen largos tubos entre celajes dejando estelas de sangre. Me ocurre a veces en el aire... Que son los pequeños destellos de los pájaros sombras leves que se empalman en negras rayas en el vuelo, mientras pían sus alegrías volando con alas en calma. Me ocurre a veces en el suelo... Que son... Las cosas siempre son distintas según las mires... Han sido fusilados los conceptos y muertos bien muertos nuestros gritos. Fueron gritos de ayer y no han quedado fijos esos gritos de libertad en el papel pegado de ninguna pared. No es la libertad prometida ni es la de todos. Amén. Nos queda a cada uno su consuelo. Yo tengo una libertad mía y es tener la libertad de no aceptar otra libertad que la libertad de aceptar las órdenes y los gritos de los demás. Si es libertad arrastrar el anhelo meses y meses por el suelo, yo tengo libertad. Si es libertad no poder obrar ni cuando quiero, yo tengo libertad. Si es libertad arrastrarse tras dinero, yo tengo libertad. ¡Yo soy libre! Clamé cuando tenía libertad. Me callaron y callé por que de libertad ¡tenían ellos mucha ... Es la historia de un año Hoy quería decirte, año, que adiós, que buenas tardes, que no me agradaste, que te fuiste y me dejaste triste. Y mira... En las noctámbulas trompas de cada día, me has tenido esclavo de lo que querías. En las tardes aburridas de trabajo, has hecho de mi un negro escarabajo. En la luz sombría de mi lecho vacío te fuiste abajo como un largo río. Mira... Has sido la luminaria intacta de aquel algo inquieto que me roía, ¡año muerto! y has tenido noches y noches cerrado el pasivo germen de mi melancolía. Me has hecho correr tras algo que tú no tenías... Te gozaste en mi pobre necesidad de comprar algo de paz, al precio que tú me exigías. Te cuento... Triste dejaste, Enero, el paso al Febrero necio, y entonces me llenaste en Marzo de Abril y promesas... En Mayo, ni en Junio, ni en Agosto llegaro... Todos habremos de pasar por ello. Envuelto en un sudario... Carne fría que sube ahogando la garganta y la vida. Pom, pom, pom porrompompon de la prisa que la tierra adquiere cuando cae a paletadas sobre la tumba mojada. Resonancia de madera eco de caja palillos de tambor recortan el último sonido que puede llegar a mi oído. Humedad es el aire que me da en la espalda y en la tripa y en el cierre, que todo lo siento frío y mío tierno y vivo. Sin que sean conocidos reconozco duros pinchos en la pierna que me muerden una sangre que no corre por mis venas. Acabada, suben y muerden ahora en la carne blanda de mi vientre, abriendo angostas avenidas por donde corre la muerte. Son dientes pequeños de rata. Recuerdos de días e instantes se me mezclan al ir viajando lentamente de mi conciencia restante a mi nada circundante. Es ... A veces, ir de visita asusta. El casero de la casa de labranza me llamó. Sabía a cuernos su sudor pero fui. ¿Usted sabe? Soy de ciudad, amigo ¿Tiene un pitillo? Eso sí. Parió la cerda... ¿Murió? Doce lechones la matan... ¿Morirá? Hay que ahogar los sobrantes... Me estremecí ciudadano y asustado. ¡Hay que ahogar los sobrantes! De ciudad no le entendí. De ciudad me estremecí. Es lo que ves todos los días. Sudo. Sudor de lapa agarrada a una ubre ya menguada. ¡Capital! Si el dinero fuese de todos un manjar... Cuantos muertos, cuantos vivos... Cuantos hartos... Cuantos llenos... Todos ricos... Sólo yo llorando por ti, desconocido, que no tienes un lugar al Sol, ni una miga en el mantel, ni un amigo, ni nadie fiel. Clama por ti mismo, grita, que yo cobarde te abandono. Tengo vida, tengo pastel, tengo Sol, tengo sombra tengo lo que a ti te asombra: un pedazo de papel, una nómina y la mierda de un jornal inacabable. Trabajo poco, pero soy gozador de un lugar bajo este Sol. También se grita cuando uno no se oye... Y no veo más allá que la huella de la rueda... El sonido ciego de un lejano tambor de luz apagada, una naranja que se hace cuadrada... El mar negro... El pez seco... El bar oscuro y terco... Miro al cielo y se me queda vacía la cuenca del ojo... Se me acerca el porquero y me deja el único olor de la flor sin flor en flor... El hedor... No voy a nadie y el reloj del paraíso no sonó, ni la tienda en los oasis con hurí, ni el amor en piernas de nadie conseguí, ni la lejana esposa india me acogió. Me pierdo lentamente... ¿Dónde está el recuerdo? ¿Qué hago yo sin labor en lazo negro de crespón? ¿Me voy...? Se van ellos... Hay uno, sólo veo uno, sólo ha quedado uno. ¡No es mi cuerpo, no es mi esperanza, no es mi hálito, ni mi vergüenza, no es mi llegada ni mi venida, solo es el murmul... | | |