naturaleza

Qué linda la niña se llama Rosita
un domingo eterno de luces radiantes
el sol que en el cielo nos entibia el aire.
Qué linda la niña se llama Rosita
brinca entre las flores silvestres del campo
su madre la envía con un cesto lleno
de frutos del bosque.
Preciosa la niña feliz por el día
sonríe sin miedos salta se divierte
cruza por el prado.
Recuerda a su madre apura su paso
debe dirigirse sin mucho retraso
llegar con premura haciéndole caso.
Se interna en el bosque, brinca por el prado
corre en el camino, vuela por el lago,
no quiere que se le haga tarde.
Cortará camino yendo por la vía,
por el riel camina haciendo equilibrio
su manos y brazos extiende en el circo
disfruta el momento pleno de s...

Está entre las flores el jarro de vino.
Bebo solo, sin compañía.
Levantando mi copa invito a la luna,
para que con mi sombra seamos tres.
Aunque la luna no sabe beber
y mi sombra sólo acierta a seguirme,
en este instante son mis compañeros
alegrándonos juntos en la primavera.
Yo canto, se pasea la luna,
yo bailo, titubea mi sombra.
Antes de la embriaguez reímos juntos;
cuando me embriago, cada cual vuelve a su casa.
Así estoy ligado a los amigos insensibles
con los que me cito en la Vía Láctea.

El hombre de la antigüedad, ya ha montado, se va en la Grulla Amarilla.
En esta tierra queda vacío, el Pabellón de la Grulla Amarilla.
La Grulla Amarilla una vez ida, nunca más volverá.
Nubes blancas por mil años, lejano, lejano el vacío.
En el río soleado, nítidos, nítidos, los árboles Han-yang.
Hierbas fragantes, lujosas, lujosas, en la isla de los Loros.
El Sol tardío se pone, ¿dónde está mi hogar?
Las olas neblinosas sobre el río, traen pena al hombre.

Durmiendo en primavera no se advierte la aurora.
En el lugar dulce se oyen cantos de pájaros.
Llega la noche, hay sonidos de viento y lluvia.
Cayeron flores, quién sabe cuántas.

Un domingo de otoño...
 
Quietud matutina
la naturaleza dormita
plácido aire fresco
en los húmedos campos.
 
Retumban los tiros
sordos, lacerantes
tiembla  el firmamento
trepida el caserío.
 
El vuelo de los pájaros
detenido al instante
frenéticas escopetas
balas salvajes.
  
Alas rotas
cuerpos sangrientos
...

 
Las hojas del otoño
 
Las hojas mustias del árbol que se seca
son versos arrugados
de un tiempo que se va,
dejando en su esqueleto rasguños y muñones
en su otrora frescura
de aromas y colores
Las hojas se amontonan no lejos de su tronco
empujadas por la brisa
que llega en cada tarde
De a poco se consumen sus ramas ya sin carne
completamente solas,
como cirios apagados en los altares fríos
 
La corteza ceniza se desprende de su cuerpo
vacío de insectos,
de la sangre imprescindible de la savia
Las aves sobrevuelan su figura de esqueleto abandonado,
no hay nidos no hay trinos
no hay brotes no hay flores no hay frutos
El reloj del tiempo siempre llega, antes o después
sin faltar nunca a las citas
porque v...

Cuado el ciprés
retome su verde intenso
cuando el pantano
se vuelva transparente
cuando el nogal
dé nueces con miel
cuando la luna
sea diferente.
Para ese entonces
tendré en mis mañanas
una respuesta yacente.
Habrá en el aire
un oloCuado el ciprés
retome su verde intenso
cuando el pantano
se vuelva transparente
cuando el nogal
dé nueces con miel
cuando la luna
sea diferente.
Para ese entonces
tendré en mis mañanas
una respuesta yacente.
Habrá en el aire
un olor a gloria
si nazco de nuevo
en luz emergente.
Cuando la silla
mire al mar
que va y viene
y columpie sola.
Es que él ha llegado
mirando los pinos
pisando la hierba
abriendo las puertas.
Oh dulce verano
volcando en mi boca
...