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Etiquetas: Joel Fortunato Reyes Pérez, Cuento neosurrealista, sacos, corbatas, digitales, posición, cabello, libros, preocuparse. LUDIBRIO IMPOLUTO __Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ En esos recuerdos verdes caballos amarillos asoman el hocico desde el bolsillo del saco que arrastra su pelaje obscuro... Y me dices que los gritos arrastran las arenas saltando por encima. Si, creo que hay algo de insistencia tanteando las sorpresas lentamente en el sonido seco de la madera golpeada por la mano que nos separa del hastío entre la vertical tormenta... ¡ Bueno, en fin, ya hemos llegado aquí !... Lo que fué sólo deseo y pensamiento en un principio. De cualquier forma, quiero contarlo, evadiendo las sombras del olvido que tejen las corbatas, y los sillones sin tantas explicaciones. Total... Total... Ya estando arriba, el trepidante silencio es el mayor aliado, cómplice conversando lábil, animado, como estremeciendo de la carne ardores, por esa inmovilidad increíble que afecta todas... las cosas que han perdido su valor.... Parecida a una minúscula campana, gentil copa y sortilegio. Mira, sucedió así... Caminábamos pero nos detuvimos y de pronto la noche selecciona descolgarse de esa luna... y tu sabes que al salir la calle nos rodeaba en aquel ... momento sin importancia... El tiempo colocaba una placa en cada túnel dentro de una flor enardecida por la impureza de la realidad en el discurso sin lengua, convite convexo, rebosante y tartufo, del abigarramiento a la turbulencia, disimilitud holgada entre el cuello blanco al compulsar sus verdades, inconexas, asimétricas, en el vapuleo desacorde... ¿ Sabes ?... No fué precisamente a orillas de la playa, sino que estábamos situados más al fondo de las húmedas paredes, escribía, indudablemente influído por todos los inquietos... lápices que se quejaban con amargura de las plumas digitales con la fina capa de su extrema fugacidad.. Estábamos a solas con el silencio, nunca podré olvidarlo, me decían los pies bajo la tierra, las sandalias entre las nubes, el derrumbe formidable de los valles, y los restos taciturnos que pueden jurar al cielo absolutamente avecindado en la máxima injusticia jamás vista con la diligencia del olvido... Debía ser algo parecido a la muerte... Pienso. Yo sentí su vacío, me lo dijo un cuadreno, antes de darse cuenta de su posición horizontal, y qué sólo podía oírse en la atmósfera de un plato de libros con la voz postrada en la imaginación del tren... Y... sacudiéndose las vías por las espaldas... Entonces la escala de tiempo a que se sujetaba la vida, casi no hacía más que sonreir después de haberla visto vagar por diferentes lugares sin preocuparse por nadie en sí, en su plan infalible al desandar el camino de la eternidad... Heterogéneo, disgregado, abatido entre galerna, imperdurable titubeo transfigurando la ordinariez. aquello quejumbroso, y lastimero de su intrínseco escolio con el apañico desbarro. Era el camino de la eternidad prolongada en aquel aislamiento sin advertir la presencia del hombre cerrando las últimas brechas de la soledad circunspecta, un espolear borrascoso de la exasperante desvergüenza con la impavidez abrutada, algarada y bureo... Por fuera, el viento calienta las nubes que sudan en la única cosa que puede representar el techo... Inundado con preguntas, y el olor bajo el piso... De la caterva al patíbulo, en la estrechez y el holgorio, proceroso amasijo, antípoda inexcusable por el ensalzar desdeñoso. ¿ Porqué conservas la esperanza ?, hay algún premio por ello, en el más allá, me decías... El peso de la vida no se siente... ¿ Cómo puedes pensar qué me parece bien todo el mal ?... Te dije que no es mejor callar eligiendo equivocadamente los frascos del elíxir que daría la inmortalidad por las monedas aseguradas... Porqué pienso a veces, que hoy es lo que ayer fuera, y lo qué será mañana lo mismo al descorrer el velo del pasado, talud y garrampa, rapiñar artero recio, inextricable agostado... ¡ Vaya pues !. ¿ Quién hará por tí, lo qué a tí te corresponde ?... Y si no es ahora... ¿ Cuándo ?... Acaso cuándo las golondrinas errantes llamen a los cristales del mal qué pone al sol espuelas penetrantes, a modo de lámpara votiva y que al mirarla partir, calla y espera... Tú decías que no te gustaba cómo aquella tarde que apagaste de reojo en la piel de un flamazo paseándose bajo la luz del abanico... Y como la pobre flor de ensueño hecha de gloria falsa, indigesta deslustrada, al inficionar alevoso, comparsa de anáfora por el rosicler macerado... Verde también como los cabellos amarillos dejaron en la memoria su pelaje obscuro... ___Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ Todos los derechos de „LUDIBRIO IMPOLUTO“ pertenecen a su autor (Joel Fortunato Reyes Pérez). Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Joel Fortunato Reyes Pérez Publicado en e-Stories.org el 05.06.2013. |
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