Te Devuelvo El Amor

Te devuelvo el amor que un día habitó en mis negaciones;

te lo devuelvo intacto de ímpetu y de sueños.



Tú te mereces tenerme prisionero

en la inevitable cárcel de tus dominaciones,

pues ya no me pertenezco ni soy el mismo a partir de ti;

contigo soy tan solo una huella en la playa nefasta del ayer,

pues tú me rescataste con manos amorosas,

casi maternales, casi hermanas, toda mujer.



Me quedo con la sedosa escarcha de tu piel

dulce y morena, voluptuosa y nervada como tus ansiedades;

me quedo con la mirada profunda e infantil de tus ojos,

dos brújulas de amor, de mansedumbre y de poesía,



Te devuelvo el amor que un día enardeció tus dudas

y contempló la idea de reedificar su imperio de soledades;

el mismo amor que un día soslayaste y heriste,

hoy te lo devuelvo ileso, como un haber que extraje de mis débitos

para que nuestra pobreza pasada no nos facture el futuro.



Te devuelvo el amor y acaso no lo entiendas...

Es sólo que hace tiempo traté de encontrarme

y en el tormentoso mar de mis angustias

perdí el hilo de vida que tu mano me ofrecía.



Perdóname...

tú te mereces toda la bondad que hay en mis sienes,

el imperturbable espíritu que habita en mi palabra

y el prístino beso de aquel noviembre nuestro;

es en ti donde converjo y nazco a cada instante,

donde siento que me aman hasta la sinrazón

y donde la adversidad no es más

que un “vuelve pronto... te espero”.