NOCHE DE PURPURINA
Noche de purpurina estrellada, sudor, baile y piercing.
La purpurina pegada a tu bronceada piel y las carnes fundidas entre poros.
Un ritmo latino de acompasados pasos, un, dos, un dos.
Las manos estrechadas por el calor de nuestros cuerpos.
Tu purpurina no se rendía en la noche de música.
Se prodigaron los bailes de ropas sudorosas.
Noche de purpurina, piercing y pasión.
Más el frenético ritmo que nos poseyó alocadamente.
Tu purpurina destelleaba mil fulgores en tu rostro cálido e insinuante
Tu y yo entre el deseo o la utopía de una noche purpurinada.
Murieron los encuentros de baile y música con purpurina...
(Valentinus2004, Josep Esteve Rico Sogorb)
MÁRTIR
Soy un nómada del sentimiento que irascible golpea en las puertas.
Soy un apátrida del amor que busca en las papeleras.
Soy un huérfano del querer, maldito por siempre.
Soy un fugitivo que se oculta en la noche. ¡Pobre esclavo del sufrimiento!
Soy mártir errante atormentado atravesando los arenales de la Memoria.
(Valentinus2004, Josep Esteve Rico Sogorb)
REGRESO AL INFIERNO
He buscado el cobijo de mis lágrimas
regresando a mi particular infierno,
ese que todos alguna vez llevamos dentro.
Anteayer me despedí de las caricias
que te daba al rozar tu cintura.
Y el amor se alejó de mí
vistiéndome de negro.
Me gusta el color negro
aún hoy, cuando sigo errante…
(Valentinus2004, Josep Esteve Rico Sogorb)
LLORABAN TUS OJOS EN MI CONCIENCIA
He podido contemplar con asombro, al fin,
tus expresivos ojos de muchacho,
dándome cuenta de que tu mirada
me hablaba a gritos de los éxodos del alma
y de las hazañas de un héroe valeroso.
Y te pedí respuesta atisbándote
en la solitaria llanura del asolado sufrimiento.
Porque recorrías con tus pies doloridos de tanto andar,
los desérticos arenales del caluroso silencio;
aquellas dunas movedizas tan airadas por el viento de la guerra,
las que fueron en el pasado, campos de carnes sangrientas
descuartizadas por las garras de los buitres
y basureros de olvidados restos metálicos esparcidos y oxidados
junto a los cadáveres de los ejércitos vencidos por la Muerte.
Poema de Josep Esteve Rico Sogorb (Elche, España)
...
YO INVENTÉ PARA TI
Yo inventé para ti sola anchas tierras sin golpes,
sin estrépitos ni ruidos.
Yo creé cascadas de frescas aguas
donde meciéndose se deslizaban
rozando el fondo del amoroso lago
sus rocas no alzadas
ni sus inertes losas
tendidas a la orilla del borroso pasado.
Yo te hice conciencia de ciudad
transformándome en dibujo, ensayo,
como esbozo no escrito,
como proyecto no secreto...y algo más.
Y hoy, el aire de las mañanas se aprieta en torno a mis ojos.
Tu cuerpo, anterior a mí, tan herido;
ahora ha dejado las puertas abiertas sin rapidez,
rebosando dulzuras que la sangre tranquila conlleva.
Amor,
yo te moldeé hecha de sal y fina arena,
de soledades ya muertas,
de húmedas lágrimas vertidas en las líquidas penumbras.
Y cogí la arcilla con mis gruesas manos ...
QUISIERA
Quisiera hablar de ti con palabras útiles y livianas.
Decir que te siento lejos, que no se oyen desde ahí donde estás ahora,
ni mi voz, ni mi grito desesperado.
Quisiera tratar de ti lo que el tiempo me permita.
Quisiera hablar lo que siento y vociferar lo que te guardo
para lanzarte piedras, terciopelos, conchas o guijarros
mientras apenas me escuchas
cuando ni tu marina caracola te sirve ya para oírme.
Quisiera, -si tú me dejaras- construirte nueva
inventando otro cuerpo y otro espíritu
¡tan distintos!
Quisiera...
...pero...
...ni tu marina caracola sirve ya para oírme...
Poema de Josep Esteve Rico Sogorb (Elche, España)
ESCULTURA
Llegaste a mí como se acercan los ríos al mar, sinuosamente,
arrastrándote hacia mi cuerpo de adolescente imberbe.
Aquella noche te entregaste asustada, casi inexperta,
estremeciéndote entre lágrimas y temblando, llorabas, doliéndote.
Te esculpí aquella vez como de barro, moldeándote de relámpagos,
de orgasmos encadenados,
Pinté tu sedosa piel con gamas y fulgores de arco iris
coloreando tus mejillas de pálido rosa.
Pude hacerte toda de nuevo. Una y otra vez hasta cansarme.
Recrearte como una Venus de coral y fósiles inmersa en el abismo de la pasión.
Y se sucedieron las largas noches serenas y limpias,
esculpiéndonos mutuamente...
Poema de VALENTINUS2004, Josep Esteve Rico Sogorb (Elche, España)
CÓNSUL DE POETAS DEL MUNDO Bajo Vinalopó ...
Y para el amor, la cala
Permíteme susurrarte. Te musitaré casi sin voz o como prefieras.
Con la mímica de un sentimiento hondo y noble.
Te hablaré casi mudo, si lo deseas, apenas sin gritar,
sin que las venas inflamen mi cuello.
Suave. Permíteme hacerlo con las sinfonías de un silencio amoroso.
Déjame intentarlo con la agitación de un corazón imperfecto.
Sutilmente. Déjame envolverte con la rapsodia
de un crepuscular y somnoliento atardecer.
Déjame crearte sensaciones languideciendo abrazados en la húmeda cala
como dos amantes que se entregan a la promesa feliz.
Permite que te hable a soplos sin descanso ni vaguezas
mientras tus labios muerden los míos
y los arenales son testigos de nuestras fundidas presencias.
Escucha mi música una y otra vez hasta que te invada, hasta que...
Noche de sudor, baile y piercing. Estrellas de purpurina sobre tu cobriza piel vibrante al ritmo latino de acompasados pasos. Esas manos entrelazadas húmedas por el calor de nuestros cuerpos Poros exhuberantes y carnes sudorosas. Tu vientre danzaba sin rendirse en la noche de música pródiga en bailes de ropas mojadas. Tu purpurina destelleando mil fulgores desde tu piel cálida e insinuante. La pasión y el frenético ritmo nos poseyeron locamente agotando esa noche purpurinada. Murieron los encuentros de baile y música. Murieron las noches de purpurina...
Te envolví en la sutil sábana que tímidamente deslicé a lo largo de tu figura desnuda e imponente sobre la cama. Acariciaba lentamente tu cuerpo tocando el lienzo notando los abultados pechos que destacaban como dos frutas dispuestas a ser nectadas por mi boca sedienta de jugos amorosos. Mis manos abiertas oscilaban entre mejillas y muslos palpando las finas hebras de la sábana y mis dedos jugueteaban tanteando cada poro de tu piel cada vello, cada vena, cada pliegue. Descendí por tus hombros rozando despacio la tela, como una pluma o como si amasara un pastel, arribando a tu espalda que recorrí hasta tus nalgas blanquecinas de carnes tiernas, suaves y jugosas mientras apretaba con las palmas de mis manos frotando levemente y alzando tus caderas a cada movimiento. Te inclinaste de puntillas para sentir mi...
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