“¡Ay, Señor de los Milagros . . . soy uno de tus milagros!”
Se nos tiznaron las milpas,
se reventaron las tripas
de la tierra incandescente
Volcán coloso inmanente.
De natura fue el encono
fragor de pirekua tono
nació un cono muy humeante
¡P’urhépecha rey vibrante!
No hubo pena, ni castigo,
déjenme les cuento y digo:
Tata Dionisio Pulido
te lo juro yo no olvido.
Que tú asististe a mi parto,
de la mente no te aparto
¡si temblaste junto a mí,
si viste cuando surgí!
Con mis fumarolas prietas
huaraches pisaron grietas
sobre un anafre . . . se sufre,
percibiste olor a azufre.
Espanté tus sentimientos
¿recuerdas mil novecientos?
año del cuarenta y tres
del mundo fui el interés.
Convoqué a muchos famosos
fotógrafos y curiosos,
vulcanólogos, pintores,
poetas de mis amor...