El relato aquí recalco
otro de pueblos, de barrios,
de muchos sin males farios
que están en Azcapotzalco,
en el mito no hay desfalco
chintolola es la leyenda
que va quedando en la senda
la hormiga sigue subiendo
el mundo se está perdiendo,
espero que se comprenda.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 03 de marzo del 2024
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Mi amor te lo confieso
el mito y la leyenda
nos llevan por su senda,
la luna no es de queso
que comería de un beso,
si está llena es de plata
que mucho se aquilata,
mas, en cuarto menguante
de pasión delirante
sin su brillo nos mata.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 29 de septiembre del 2023
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Si escuchas cantar a un grillo
en tu casa por la noche
es señal que habrá derroche
de prosperidad de brillo,
es sentarte en un banquillo
para esperar la fortuna
y, poniéndole su cuna,
darle buena bienvenida
al éxito en esta vida
con mil arrullos de luna.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 01 de septiembre del 2023
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
“Su muerte, las redes rotas . . .”
Mucho, harto, se le respeta
tatuada la camiseta
del conjunto “Panzas Verdes”,
¡México, lo que te pierdes!
Triste está León, Guanajuato,
por el luto tan ingrato
del deporte llanto brota,
pues, se nos murió “La Tota”.
Don Antonio Carbajal
un profesional sin igual
en el fútbol no hay jugada,
“la vida no vale nada”.
Ya lo dijo José Alfredo
en su canto, que es un credo,
“no vale nada la vida”,
démosle su despedida.
Al de los cinco Mundiales
que registran los anales:
Brasil, Suiza, Suecia Chile,
Inglaterra; el arco chille.
Se ha quedado sin arquero,
sin ese su gran portero,
el famoso “Cinco Copas”,
hoy, las mallas están rotas.
Las redes son su mortaja,
la muerte ni él la ataja,
no más lances por el viento
la parca llegó sin tiento.
...
Al lúgubre doblar del duro bronce
prestas resurgen almas de agua dulce,
despiertan los guardianes del tesoro
quienes, en vida, actuaron con decoro.
Murieron en la defensa de su honor
a manos fieras del despiadado invasor,
su tumba, lecho isleño primoroso,
cándido, fiel, p’urhépecha orgulloso.
Mis leales Príncipes, Mintzita e Itzihuapa,
suban la dura cuesta, el llanto escapa,
diríjance al panteón con luz de plata
ligados por su amor, sangre escarlata.
Musítense palabras cariñosas,
platiquen de Janitzio, de mil cosas,
resguarden de miradas indiscretas
la tierna oscuridad de sus siluetas.
Reciban toda ofrenda de los vivos
por esa muerte de la que son cautivos,
coman los chara...
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